Eurocopa 2016
Melancolía
A Conte le falta Genaro Gatusso, ese jugador que se dopaba con pimienta y sudor; uno de esos tipos que primero dispara y después pregunta; un catálogo de furia, el recurso de Italia para avanzar en esta Eurocopa dada su escasa calidad. Gatusso, que al ver jugar a Pirlo se preguntó si él era futbolista, es el paradigma de la nueva «azzurra»; más o menos lo que representaba España antes de coronarse en Austria.
Con Prandelli en el banquillo, Italia intentó cruzar la frontera del «catenaccio» hacia el tiquitaca y chocó con la cruda realidad; aunque no iba desencaminada cuando empató con España en Gdansk. Luego, en Kiev, sucumbió de tal manera a los encantos de la Roja que Casillas pidió al árbitro de aquella memorable final que no prolongara innecesariamente el sufrimiento del derrotado. Aquel 4-0 fue una obra de arte que hoy, cuatro años después, produce melancolía. Las dos selecciones son distintas; la italiana, desde el patrón, que reduce la imaginación a defender y fía su suerte a que suene la flauta en un contragolpe; la española, por la sucesión. Sin Xavi y sin Xabi, sin Villa y sin Torres, se encuentra inmersa en una fase de readaptación que respeta sobre todo el estilo. La caída de tensión frente a Croacia, el despiste del entramado defensivo en los últimos minutos de cada tiempo, ha sido asumido como un accidente... Si fuera cierto, corresponde atajar la melancolía otra vez a costa de Italia.
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