Jorge Urosa

Metro y medio

La solidaridad de los trabajadores de Metro con Madrid ha sido una constante en la vida de los madrileños. Si no sabían lo que era un cuento chino, esta afirmación es un buen ejemplo.

Han sido conscientes de la trascendencia de su trabajo y han asumido como todos los trabajadores del país, los pensionistas, los parados y los dependientes los recortes de la crisis; todo lo expuesto sería fantástico si fuera cierto. La triste realidad es que los trabajadores del metro de la capital son, especialmente el sindicato de conductores, a Metro lo que los controladores a AENA.

Mientras la compañía se desangra por las pérdidas económicas –más de 500 millones de deuda–, y se ve obligada a deshacerse de su patrimonio subastando parcelas para conseguir liquidez, los sindicatos convocan huelgas y piden subidas de sueldo, todo muy solidario.

La idea es echar metro y medio de tierra a la ciudad paralizándola en un día de fiesta, como es el de la final de Copa del Rey, un día en el que los comercios, la restauración y el consumo en general podían dar un respiro a la economía de la ciudad. Metro se ha convertido en los últimos años en el ariete de la izquierda madrileña; la convocatoria de huelga es un ejemplo más del uso ilegítimo de la actividad sindical. La del viernes es una huelga cuya única finalidad es perjudicar al Gobierno de Madrid y no importa los efectos que la misma tenga ni en Madrid, ni en los madrileños.

La solidaridad de los trabajadores de Metro con Madrid ha sido una constante en la vida de los madrileños. Si no sabían lo que era un cuento chino esta afirmación es un buen ejemplo.

Han sido conscientes de la trascendencia de su trabajo y han asumido como todos los trabajadores del país, los pensionistas los parados y los dependientes los recortes de la crisis, todo lo expuesto sería fantástico si fuera cierto. La triste realidad es que los trabajadores del metro de la capital son, especialmente el sindicato de conductores, a Metro lo que los controladores a AENA.

Mientras la compañía se desangra por las pérdidas económicas, más de 500 millones de deuda, y se ve obligada a deshacerse de su patrimonio subastando parcelas para conseguir liquidez los sindicatos convocan huelgas y piden subidas de sueldo, todo muy solidario.

La idea es echar metro y medio de tierra a la ciudad paralizándola en un día de fiesta, como es el de la final de Copa del Rey, un día en el que los comercios, la restauración y el consumo en general podían dar un respiro a la economía de la ciudad. Metro se ha convertido en los últimos años en el ariete de la izquierda madrileña, la convocatoria de huelga es un ejemplo más del del uso ilegítimo de la actividad sindical. La del viernes es una huelga cuya única finalidad es perjudicar al Gobierno de Madrid y no importa los efectos que la misma tenga ni en Madrid, ni en los madrileños.