Reyes Monforte
Mínimo riesgo
La OMS habla de ética cuando permite el uso de fármacos experimentales, pero sería más justo hablar de sentido común. Debería ser normal que, si hay un tratamiento –aunque esté en fase experimental– que puede aportar esperanzas de vida a un enfermo, especialmente si es terminal, se autorice su utilización siempre que el paciente acceda a ello. Lo que no se entiende, ni científica ni humanamente –aunque lamentablemente sí a nivel económico y empresarial– es lo que hacen algunas farmacéuticas –no sería exagerado decir que todas– de negar a los enfermos el uso de un determinado medicamento al considerar que el gasto del producto en ese paciente no merece la pena, al menos a largo plazo. Y eso es lo que está sucediendo con muchos enfermos de cáncer y de otras enfermedades igual de letales, que saben de la existencia de medicinas a las que no pueden acceder porque según la farmacéutica de turno están en fase de experimentación, cuando en realidad se sabe que podrían funcionar pero su tratamiento es demasiado caro o no demasiado rentable como para permitir su acceso a todo el que lo necesite. Puede que falten avales de ensayos clínicos y que no se haya demostrado todavía su eficacia. Pero es un pequeño riesgo que cualquier enfermo estaría dispuesto a correr ante la posibilidad de curarse o mejorar. ¿O es que todos los tratamientos avalados clínicamente funcionan en todos los pacientes?. No lo hacen, pero al menos no se mata la esperanza. Negarle a una persona la esperanza de seguir viviendo o de curarse es inhumano y si lo pillara un buen despacho de abogados, incluso podría calificarse de delito, ya que en definitiva se está denegando el auxilio.
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