Julián Redondo
Minutas, no minucias
Ponerse en el lugar de José María del Nido no es fácil, salvo para quienes, como él, estén acusados de malversación de caudales públicos, «por su participación en el expolio sufrido por el patrimonio municipal del Ayuntamiento de Marbella». Los adyacentes, todos aquellos que en alguna ocasión hemos coincidido con el reo en algún acontecimiento futbolístico o le hemos entrevistado, ni podemos discutir las decisiones de la Justicia, porque nos faltan pruebas, conocimientos y entendimiento para ello, y el cacumen no da para tanto, ni ser comprensivos con quien ha sido declarado culpable con todas las de la Ley. Reclamar su libertad y su inocencia en contra de la decisión de los más altos tribunales equivaldría a vaciar las cárceles de choricetes de poca monta y a repoblar las calles de delincuentes demasiado comunes.
Dice el refrán que cada palo aguante su vela. Es lo que toca. El Lute estudió Derecho en el trullo por robar tres gallinas, y por verse involucrado en el asalto a una joyería durante el cual murió un vigilante jurado. Lo pagó. El Derecho ha servido al ex presidente del Sevilla para prolongar su frágil situación de libertad hasta que la Fiscalía Anticorrupción, la Sección Tercera de la Audiencia de Málaga y el Tribunal Supremo han dicho basta. Condenado a siete años de prisión, urgido al «ingreso inmediato» en la cárcel y al pago de 2,7 millones de euros por responsabilidad civil, la conclusión del señor que toma el sol en el Retiro o en la playa de Poniente de Benidorm, o del que trabaja de sol a sol o cumple un horario laboral del siglo XXI y da gracias por ello, es que al señor Del Nido le han pillado por unas minutas, que no por unas minucias y, como al Lute, le toca pagar.
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