Lucas Haurie
Mujerismo y esquizofrenia
El condenado «produjo a su esposa hematomas y contusiones en las zonas parietal y occipital del cuero cabelludo, en los hombros, brazos, codos, manos, glúteo y muslos, lesiones que tardaron en curar un total de veinte días». Así se refiere una sentencia judicial firme a Jesús Eguiguren, presidente del PSE y probable compañero de la repentinamente sensible Amparo Rubiales en las tenidas de la baronía territorial socialista. Ningún delito es comparable a otro pero no tendrá discusión que la somanta de palos descrita por Su Señoría (golpeó a la víctima con las manos, un paraguas y un zapato) muestra, como poco, un respeto similar por las mujeres que el acoso del tránsfuga Ismael Álvarez a su ex amante, a la que no rozó un cabello. La doña fue encausada por falso testimonio, pues ofreció una versión mendaz en sede judicial para exculpar al marido perdonado: ajustado al milímetro al esquema clásico de la violencia de género. Seguimos esperando los tuits de repudio a Txusito quien, lejos de ser apartado de todo cargo de responsabilidad, fue el embajador de Zapatero ante ETA en las fallidas negociaciones de su primera legislatura. Se pasó por alto su confianza en un maltratador al ser invocados sus méritos para la entrega, este fin de semana, del premio Clara Campoamor, especie de Nobel del feminismo en versión Juan Palomo que se autoconcede la progresía. Como ocurrió en Benidorm con cierta mancha de corruptos, los expulsados de Ponferrada encabezarán la lista del PSOE en las municipales de 2015. Si seguimos aquí, retomaremos el asunto dentro de dos años.
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