Julián García Candau

No basta el toque

Estaba cantado que Italia daría guerra. Dijo Gary Lineker que el fútbol lo juegan once contra once y gana Alemania. También podía haber añadido que en todos los grandes campeonatos juegan los mejores y en las fases decisivas siempre está Italia. Se dieron circunstancias que llevaron a la prórroga y los penaltis. El fútbol del equipo español es previsible siempre que se limita al pase, a la posesión del balón sin imprimir velocidad al ataque.

Por ello, era natural que Italia hiciera valer su tradicional buena disposición para defenderse.

A ello hubo que añadir la inesperada superioridad que tuvo en el centro del campo. Del Bosque contó con que sólo con Busquets estaba suficientemente defendida la zona. Italia con Candreva, Maggio, Marchisio y Giacherini, y detalles de calidad de Pirlo, practicó un sistema acordeón con el que atacó peligrosamente y se defendió firme con tres centrales, para tapar las paredes de los españoles.

España no tuvo el balón en su poder con la desproporción de otras veces, y tuvo que llegar la prórroga para que apretara los dientes y tratara de ganar de forma natural.

Al fútbol de tiqui-taca de vez en cuando lo sacan del atasco jugadores de banda. Salió Jesús Navas y el ataque cambió. Hasta ese momento sólo había tenido banda izquierda con Alba. España creó más peligro en quince minutos que en todo el partido y la primera mitad de la prolongación. Navas mereció toda clase de plácemes porque tirar el penalti que podía dar la victoria obligaba a tener la mente muy fría. Y lo hizo.

Posdata. Javi Martínez, de delantero centro. ¿Fue genialidad?