Julián García Candau
No está eliminado
Real Madrid y Manchester United son dos clásicos de las Copas de Europa y ayer interpretaron juego tradicional. Más a la manera inglesa que a la moderna del toque. Desde el comienzo hubo vibración, emoción en el ataque y en este aspecto hay que hacer constar que el que puso las mayores oportunidades fue el Real Madrid. Hubo sensación de que los madridistas iban a interpretar la carga de la brigada ligera. Ni un instante sin relax. Ni una duda. Balones largos por parte de ambos equipos para buscar el remate. Dominio apabullante por parte madridista. Ocasiones de gol en seis minutos de las que cabía esperar que cuajara una. Ocurrió lo contrario. En jugada también tradicional, de córner, llegó el gol de Welbeck. Remate de cabeza. El Real Madrid no podía resignarse a cargar con la desgracia de un gol en contra tan inesperado y, aunque, como suelen decir los clásicos de la casa, hay momentos en que recupera el espíritu de Juanito, lo que reapareció fue el de Carlos Alonso Santillana, rematador de cabeza auténticamente histórico y ejemplar. Centró Di María y Cristiano Ronaldo se colgó del cielo como hacía el cántabro y batió a De Gea. Fue la mejor estampa del fútbol clásico.
Decayó el juego en la segunda parte. Ambos equipos acusaron cansancio. En el Madrid, preparado por Rui Faria, es habitual. No obstante, hubo grandes peligros en las dos porterías. De Gea se creció y Diego López salvó al Real Madrid de la eliminación en el Santiago Bernabéu. El Madrid, en Manchester, en Old Trafford, quizá sea más enemigo que lo ha sido en casa.
Posdata. El árbitro, amigo ideal para la final.
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