Política

Alfonso Merlos

No, hijos, no

No, hijos, no
No, hijos, nolarazon

Somos hijos de Europa: un gran club, una gran familia, un gran equipo que suma, avanza, que sólo mira al frente y en el que sus integrantes se tienden la mano y se hacen más fuertes los unos a los otros. No hay otro secreto para este proyecto de éxito que el de la buena voluntad y los consensos bien entendidos.

Así que el mensaje que Bruselas y Estrasburgo hacen llegar al embrión fantasmagórico de Estado catalán independiente sólo puede ser y es uno: definitivo, atronador, indiscutible y, por supuesto, innegociable. No caben en la bandera europea los gobiernos gamberros concentrados en reventar una arquitectura institucional levantada con trabajo durante décadas y un orden político y jurídico orquestado con la cabeza y no con el dedo gordo del pie. No, si son ejecutivos nacionales. Peromenos, bajo ninguno de los conceptos si se trata de gabinetes regionales como el que capitanea el díscolo Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña.

Sí señores. Todas las acciones tienen consecuencias. Y aquel que se salta las leyes a la torera y descree de la convivencia y la concordia está indicando con claridad dónde quiere situarse: en la jungla, en la estepa, en el desierto. En cualquier lugar, al margen de la civilización. Es una obviedad, y no será que no se les está advirtiendo con la suficiente contundencia a los tarzanes del separatismo.

A todos estos políticos asilvestrados convendría recordarles la obligación ética de servir al bien común que conlleva su profesión. Y meterles, entre ceja y ceja, para su meditación serena, aquel aforismo de aquel famoso productor, genio y gran creador de Chicago llamado Walt Disney: «Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana».