Marina Castaño
No lo finjas
Una conocida revista femenina promueve la campaña «no lo finjas», y me parece bien. Se refiere -ya se habrán imaginado-, a fingir el orgasmo, eso que un porcentaje altísimo de mujeres practica con asiduidad, aunque ellos también fingen, si bien con menos frecuencia. Porque, ¿qué se gana con semejante farsa? Los psicólogos dan varias opciones: que él termine cuanto antes; que a él le suba su autoestima; que él no piense que ella es torpe, inexperta o frígida, y todo así. Siempre es «que él, que él, que él», pero ¿qué tal si se empieza por construir una relación basándola en la sinceridad y no en vanos fingimientos? Es más positivo, se sale ganando, y si no se es capaz de alcanzar el sumo placer, él debe saberlo: salvo que sea un cenutrio o un machista, estará dispuesto a colaborar poniendo un gran interés el lograr su «trofeo», porque así lo va a considerar, y esto derivará en una mayor unión de la pareja. El sexo satisfactorio estrecha lazos importantísimos para que la solidez del vínculo sea cada vez más grande. Muchas veces hemos escuchado que un hombre o una mujer buscaba fuera de casa lo que dentro no tenía, por eso se rompió la relación. Cierto es que establecer una buena unión es una lotería que te puede tocar o no, pero al menos hay que intentarlo porque es de las mejores cosas de la vida. La mejor, quizá.
Curioso afirmar esto en un momento individualista en que se tiende a una existencia en solitario, en que lograr que dos personas se junten es una misión difícil, en que cada vez las personas van por libre, pero mientras queden utopistas y soñadores nunca faltará un roto para un descosido.
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