PSOE

No mentirás

La Razón
La RazónLa Razón

Hasta en el último rincón del país se sabía que el Sr. Sánchez solo tenía una preocupación: seguir al frente del PSOE, y que lo estaba intentando por todos los medios. Para ello había tejido una maniobra que consistía en identificar a todo el que quería un cambio en el liderazgo del PSOE con un colaborador del Partido Popular.

A esa estrategia obedecían todos los sinsentidos de los últimos meses. El intento de investidura con solo 90 diputados, la convocatoria de un Congreso exprés del Partido Socialista en las próximas semanas, el ninguneo al presidente José Luis Rodríguez Zapatero y al Sr. Alfredo Pérez Rubalcaba, los ataques a los presidentes autonómicos, hasta el inefable último episodio, que fue el de los insultos al presidente Felipe González cuando mostró en una entrevista su decepción y desengaño con el Sr. Sánchez.

El Sr. Sánchez ha traspasado todas las líneas de respeto al Partido Socialista, a sus líderes y a sus dirigentes, lo ha hundido electoralmente, ha erosionado su credibilidad y lo ha utilizado arbitrariamente en función de sus intereses personales.

Según él quería un Congreso que le otorgase legitimidad para conducir al PSOE en el escenario político actual, de manera que le permitiese intentar formar un gobierno alternativo al del Partido Popular. En realidad solo quería mantenerse en el sillón para seguir liderando derrotas.

El Sr. Sánchez fue capaz de nadar en arenas movedizas, por ello intentó situar en ese punto el conflicto y generar un debate en torno a él. Quería confrontación en las filas socialistas y que el cruce de opiniones fluyese por el canal de si son o no legitimadores 85 diputados para intentar presidir el país, si el PSOE debe dejar gobernar al PP o cuál debe ser el espacio de la izquierda.

Sin embargo, todo ello no era más que un intento de enmascarar una gran mentira: No había ningún acuerdo alternativo, porque no es posible ni numéricamente, ni políticamente y además no aceptarlo es sinónimo de rechazar la voz de los españoles en las urnas, que, desde luego, le dijeron al Sr. Sánchez que no le querían ver en La Moncloa. Insistir en ello solo respondía a la necesidad del Sr. Sánchez de ganar tiempo.

Si hubiera existido esa posibilidad, hubiese tenido ese acuerdo a estas alturas y hubiese movilizado al partido para lograr su aceptación. En ningún caso se hubiese empeñado en anticipar un Congreso que le asegurase el poder en el PSOE los próximos 1500 días.

Al igual que los que conocen bien al Sr. Sánchez no dudan de que hubiese sido capaz de pactar con quien fuese, incluidos separatistas, también saben que no tenía ningún pacto que le diese gobierno ni lo iba a tener. Lo que si tuvo en su mano es lo que no quiso hacer: un cambio de candidato en el PP, eso, que era bueno para España, era malo para él y no lo dudó.

Entretanto, la fuga de votos ha sido la mayor y más rápida de la historia. En la cultura política del Partido Socialista el concepto de responsabilidad ocupa un libro entero, hubiese sido impensable que un Secretario general que solo ha cosechado derrotas, las últimas, en Euskadi y Galicia, humillantes para un partido como el PSOE, división interna y sectarismo, siguiese sin dimitir a estas alturas.

Ha llegado el final de una etapa en el PSOE, probablemente una de las peores. Los daños ocasionados hacen más dura la recuperación, pero el Partido Socialista siempre ha conseguido salir adelante. Entretanto, el Sr. Sánchez consiguió quedarse prácticamente solo, nunca un Secretario general había llegado a este punto, al igual que un líder socialista nunca había utilizado las instituciones y las falacias para su propia supervivencia interna.

Pudo elegir entre abandonar y facilitar la nueva etapa o seguir dañando a este centenario partido. En política es muy difícil llegar, pero mucho más difícil es salir, sin embargo, el Sr. Sánchez, tuvo la oportunidad de elegir su forma de salida, sin embargo, nunca tuvieron opción los que él sacó.

La crisis en el Partido Socialista nada ha tenido que ver con el sentido del voto socialista en el Congreso, ha tenido mucho que ver, como se ha repetido en las últimas semanas, con “ser del PSOE o estar en el PSOE por otras cosas”.