Reyes Monforte
Noche de Reyes
Hace unos días, en un encuentro con lectores, una mujer me dijo: «Qué pesados os ponéis con los niños refugiados». La miré durante unos segundos, sonreí y le dije que quizá tenía razón pero que sin duda sería más pesado sacar del mar el cadáver de un hijo en brazos. Me sonrió, miró la dedicatoria que acaba de rubricarle en el libro y me pidió que no dejara nunca de escribir. No sé si se refería a los refugiados o a las novelas, pero le haré caso. Creo que no entendió mi contestación y no la culpo, porque lo mismo nos pasa al resto: no entendemos. Nos desayunamos, comemos y cenamos con las imágenes de los refugiados y seguimos sin enterarnos. Hay cosas que tenemos en frente y ni siquiera advertimos. Creemos lo que queremos y no necesariamente lo que vemos.
Hoy es la noche más mágica del año para los niños, aunque no para todos. Un niño sirio de 2 años es el primer refugiado muerto en el mar en 2016. Llegar a Europa hubiera sido su mejor regalo de Reyes pero no se encontró con su majestades, y eso que venían de Oriente como él. Es curioso cómo a unos les esperamos ansiosos y a otros parece que nos cuesta, quizá porque vienen sin estrella. En otra «Noche de Reyes», Shakespeare escribió: «Algunos nacen grandes, algunos logran la grandeza y a algunos la grandeza se les cae encima».
Tal y como está el mundo, no me extraña que los mellizos nazcan en años diferentes, como Jaelyn y Luis, los bebés californianos que se asomaron a la realidad, uno en el último minuto del 2015 y el otro dos minutos más tarde, ya en 2016. Se ve que su hermano mayor no tuvo tiempo de decirle que se lo pensara dos veces antes de salir. Lo mismo pensaría Galip, el hermano mayor de Aylan, cuando el oleaje hizo que ambos soltaran la mano de su padre y quedaran varados en la realidad. «Mis astros brillan sombríamente sobre mí. La adversidad de mi destino podría quizá perturbar el tuyo». Feliz Noche de Reyes... o lo que quieran, que diría Shakespeare.
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