Paloma Pedrero

Otra educación

Otra educación
Otra educaciónlarazon

La mayoría de los niños se aburren en clase. Yo recuerdo el colegio como un verdadero sacrificio. Una fuente de infelicidad. Hay pequeños sumisos que no se plantean demasiadas cosas y tiran para adelante intentando contentar a sus padres, a sus profesores. Otros van entrando por el aro a base de insistencia y escarmientos. Ellos repetirán nuestro modelo, el que tenemos y no funciona; el que hace que nuestra sociedad siga siendo patriarcal, frívola, economicista y desalmada. Tenemos que cambiar en profundidad nuestros esquemas de lo que sería un mundo mejor. Hay que atreverse. Porque ésa es la clave de la educación: preparar a nuestras criaturas para que entiendan, para que gocen de una cultura genuina y desarrollen un buen corazón. No se puede pretender que un niño o un joven lleno de carencias afectivas se interese por las raíces cuadradas; si así lo hiciera sería un enajenado. Un pequeño sin el aliento amoroso de una familia y una tribu entera entrará en rebeldía contra normas caducas.

Cada vez que se modifican las leyes desde cualquier Gobierno, son sólo detalles los que cambian. Nadie se atreve a plantearse un educación donde «ser consciente» sea el mayor propósito. Claro, que para pensar así, uno mismo ha de ser consciente. Demos a los niños claves para la empatía, para la curiosidad, para la alegría, para el criterio propio, para la aceptación del diferente, para el esfuerzo. Enseñémosles la belleza del mundo y de sus gentes. Transmitámosles la maravilla y los misterios de la vida. Digámosles la verdad: que aunque en cualquier época se ha creído saberlo todo, no sabemos nada. Nada de nada. Así que tendremos que aprender con humildad. Ellos y nosotros.