Campaña electoral
Pablo casado emerge
Estos tiempos políticos, borrosos y endiablados han pulido el brillo de algunas de las caras nuevas del PP. Otras, a fuerza de frotarse, también se han gastado para siempre. Y entre las apuestas de un pragmático Mariano Rajoy, los focos iluminan especialmente a Pablo Casado. Decir a estas alturas que quien fuera presidente de Nuevas Generaciones de Madrid y jefe de Gabinete de José María Aznar en FAES lleva una carrera imparable resulta algo innegable. Así es.
Con él particularmente, Rajoy ha reforzado el poder orgánico en Génova 13 para impulsar su estrategia a escala nacional. El actual vicesecretario de Comunicación ha cobrado asimismo más peso en la vital campaña electoral que se ha cerrado. Se ha convertido en un referente para muchos de los candidatos de su partido que se juegan el escaño, porque transmite la imagen moderada y autocrítica con la que quieren identificarse. Pablo Casado es el gran foco de los jóvenes del PP... y también de los no tan jóvenes.
Casado representa un valor seguro curtido en debates y tertulias con otros políticos de su tiempo como Albert Rivera, Pablo Iglesias o Alberto Garzón. Al joven dirigente popular se le percibe en La Moncloa como alguien con muchas opciones de tener un papel destacado en un futuro Gobierno si las cosas pintan adecuadamente para su formación en tan sólo unas horas. Descifrando a Rajoy, tratando siempre de anticipar su próximo movimiento -lo que nunca es sencillo-, voces populares solventes le sitúan como un futuro ministro portavoz.
La experiencia llevaría a Mariano Rajoy a tener muy en cuenta dos virtudes de Casado que van a ser fundamentales en la nueva etapa que se abre: su capacidad de conectar con amplias y heterogéneas capas de la sociedad y su buena conexión con todos los sectores de la formación de la gaviota. Su facilidad para transmitir regeneración es inequívoca. Su figura, la de un joven treintañero y no la de un veterano con lustros de servicio público a sus espaldas harto de «pisar moqueta», va por delante. Y despierta pasiones, desde luego, entre la parroquia fiel del PP, esa que llena las sedes. Más todavía: vivimos en una «democracia de audiencias», los líderes se relacionan con la gente a través de los medios y las televisiones, con numerosas horas de información política al día, apuntalan o debilitan cualquier sigla y político. Y Casado aprueba con nota alta la asignatura mediática.
Mariano Rajoy es consciente de que ha llegado el momento de introducir la renovación en su nuevo Gobierno. Dependerá, cómo no, de si permanece en La Moncloa a través de alguna de las complicadas formulaciones que se vaticinan. Pero todo apunta –si las cosas salen como ellos esperan, insisto– a que se rodearía de jóvenes de fuste que tienen mucho que aportar. Aunque, claro, tampoco nadie tiene duda alguna (y para esto el resultado de hoy no es determinante) en ver al diputado por Ávila como el mejor portavoz del PP en el Congreso la legislatura próxima, donde las Cortes tendrán un protagonismo inusitado y, además, la inevitable regeneración de los populares tendrá en los despachos de la Carrera de San Jerónimo un polo político de primerísimo nivel. Se acercan los días maduros de Casado, por cierto muy bien apoyado en esta campaña por todo tipo de mandatarios del PP. En política, ya se sabe, las casualidades siempre ocupan renglones de argumentario. Más en campaña electoral.
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