Podemos

Pablo, no mientas, cariño

La Razón
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La moción de censura no respondía a un clamor social, ni siquiera a un clamor podemita. De hecho, unos pocos se esforzaron en abrir la página del partido y darle al clic de votar. Algo a lo que las bases están tan acostumbradas que lo harían con los ojos cerrados y usando un solo dedo. Un fracaso del líder y una victoria del bailarín de chotis Íñigo Errejón que no se moverá de la baldosa hasta que no se arrodille su adversario. En fin, un puñado de simpatizantes le sirven a Iglesias de excusa para su nuevo show, aún no sabemos si solo o en compañía de otro, del PSOE de Pedro, por ejemplo, o de los convergentes, tan píos que hasta tienen madre superiora propia y unos pocos misales en el armario. Así que Pablo, no mientas, cariño, la moción es en realidad una loción para perfumar el afeitado de los cuernos que antes enseñabas cada día y ahora de vez en cuando porque la realidad no te deja.

En vísperas de que vuelva «Twin Peaks», Pablo Iglesias quiere hacerse un revival de Felipe González en el papel de la mujer del leño, en este caso leño como sinónimo de pesado, persona que provoca hartura y hasta náusea. El próximo sábado, en un Madrid soleado de primavera, con los chicos y las chicas mirándose las faldas, abriéndose el capullo de las personas en flor, los jóvenes, las jóvenas y los jóvenos de Podemos se echarán a la calle para echar a su vez del asiento que ocupa a todo político que no sea de su cuerda. Como un mayo del 68 pero casi 50 años después, cuando las elecciones las gana el centro liberal y ya las coletas no se llevan. La moda tiene unos ciclos bien definidos que rige el tiempo de nuestros días.

Ahora los escaparates de la política se llenan de macrones, que no se sabe si es de derechas o de izquierdas y si aprueba el poliamor. Sabemos que es europeista y que está en contra de la maternidad subrogada, no como el desenterrador Albert Rivera. Y además, para que el PP se deslice río abajo, envuelto en plástico como el cadáver de Laura Palmer, sólo hay que sentarse a esperar. O alguien se pone al mando de la serrería popular y se apaga el ruido ensordecedor de los tribunales o no harán falta mociones ridículas.

Al Gobierno le salva que el PSOE juega a la «ballena azul» y que tú, Pablo, cariño, mientes. Si hay algún clamor social es el de rogar que Podemos haga algo más que asistir a las conferencias de Puigdemont como si el presidente de la Generalitat fuera Chomsky cuando en realidad viene a Madrid a presentar la candidatura de Cataluña al festival de Eurovisión.