Julián Redondo
Paciencia y suerte
España perdió contra Estados Unidos en la Copa Confederaciones y las acciones de Del Bosque bajaron; cuando Suiza ganó el primer partido del Mundial, cayeron en picado. Su idea de esposar a Xabi Alonso con Busquets fue contestada desde los cuatro puntos cardinales. Él no dudó. Insistió y por primera vez en su historia los españoles ganaron un campeonato del mundo de fútbol. Pese al incalculable valor de la conquista, hubo pegas porque las victorias fueron por los pelos. Se miraba con reticencia el balance goleador, 8, y se obviaba el de tantos encajados, 2. La hazaña no fue casual. La Roja deslumbraba con su juego y la suerte del fútbol, esa ramera, sólo le dio la espalda frente a los suizos.
Dos años después, tras una clasificación inmaculada para Polonia y Ucrania, otra gesta, exclusiva, al encadenar dos Eurocopas y un Mundial. El balance, doce tantos a favor, uno en contra y el recital en la final de Kiev ante Italia (4-0). Hubo quien se detuvo en el 0-0 de la semifinal contra los portugueses, eliminados en la tanda de penaltis, para alimentar el encono.
En el trayecto hacia Brasil, sendos empates a uno en casa, contra Francia y Finlandia, desempolvaron las pinturas de guerra, semiescondidas hasta que Del Bosque dio la lista del Mundial. Qué falta de generosidad, no está Arbeloa; ¿y Carvajal? Contradicciones. Finalmente, lo indiscutible, el desastre, la eliminación, la prematura vuelta a casa, y los cuchillos, más afilados. El seleccionador no abandonó con viento favorable ni huyó de la tormenta –craso error– que ahora arrecia, como si Eslovaquia, verdugo de Italia en Suráfrica, fuera Chipre. Algo tiene que cambiar en la Selección y no es Del Bosque, sino la suerte.
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