Violencia ultra

Panda de cagones

La Razón
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A estas horas, en el complejo deportivo de Las Rozas donde permanece acantonada la Selección Española de Fútbol, ya deben haber tomado la decisión de invitar a las dos chicas al Stadium de Toulouse, para que vean en directo este 13 de junio el estreno de «La Roja» en la Eurocopa.

Y si a los gerifaltes se les ha pasado, seguro que los jugadores están organizando una colecta, en agradecimiento a la labor de las chavalas, a las que apalearon unos canallas, por lucir camisetas con los colores de España y promover la instalación de pantallas gigantes de televisión en las calles de Barcelona, para que los catalanes aficionados al balompié puedan disfrutar del espectáculo, sobre todo si los nuestros ganan. En los periodistas no confío mucho, porque algunos como los de «La Vanguardia» o la oficial TV-3 ni se enteraron o consideraron irrelevante que cinco encapuchados –al grito de «putes espanyoles, fuera de aquí, os vamos a matar», en pleno día y en el centro de la ciudad– arremetieran contra dos mujeres indefensas, las reventaran a patadas y puñetazos e incluso arrastraran a una por los pelos, antes de quitarle el bolso. Tampoco espero mucho de las asociaciones feministas, intelectuales de plantilla y progres en general, porque desde la tarde del sábado andan muy atareados tratando de empitonar al «Lobo» Carrasco por escribir en Twitter que Garbiñe Muguruza, campeona de Ronald Garros, tiene unas piernas maravillosas.

De Ada Colau, que es la alcaldesa y bajo cuya tutela están teóricamente todos los vecinos, hay que presumir lo justo y eso para ella, tan preocupada por el bienestar de los «okupas» que planea comprarles un edificio en el oasis catalán, se limita a decir que rechaza «toda violencia». Ya me dirán ustedes qué violencia ejercían las chavalas. A las que los «machotes» independentistas, unos cagones de tomo y lomo, no agredieron una vez, sino dos, porque atacaron en tandas y esperando a que no hubiera en el horizonte maromo alguno capaz de romperles la cara.

Para no caer en la melancolía, no voy a sacudir a los políticos ni restregarles a los del PSC que han tardado 48 horas en condenar la tropelía. Los del presidente Puigdemont, los podemitas y demás yerbas ni siquiera lo han hecho y se entiende: el cabecilla de los rufianes se llama Oriol, es un ultra afiliado a la CUP y fue de los que escribió en las redes sociales que no permitir «senyeras» independentistas en los estadios viola los Derechos Humanos. Con un par.