Corea del Norte

Paralelo 38º

La Razón
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La inolvidable Leire Pajín guiaba nuestros pasos: «Les sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta, la coincidencia en breve de dos liderazgos progresistas a ambos lados del Atlántico, la de Obama en Estados Unidos, y la de Zapatero en la Unión Europea en los próximos meses». Pajín cometía faltas ortográficas hasta hablando, la cursilería no solo es venial, sino que constituyó un estado superior del zapaterismo, y el caso es que no estuvimos demasiado atentos a aquella conjunción de los astros que a la postre fue nada. Hoy la doña nos apercibiría de coincidencias espacio-temporales mucho más inquietantes, como la presencia en el mismo planeta del líder Kim jong-un y el presidente Donald Trump. Esa contemporaneidad sí que podría depararnos sucesos históricos. La primera vez que se dividió Corea por el paralelo 38º fue en 1902 como intento fallido de evitar la guerra rusojaponesa. La división peninsular entre ultracomunistas y ultracapitalistas ha quedado como epílogo pintoresco de la guerra fría. La China continental que explora los límites del más allá del capitalismo propició la nuclearización de Corea del Norte y ahora pide ayuda a Rusia para templar al psicópata de Pyongyang, mientras Europa contempla una flota de tareas enviada por Trump, a quien no vendría mal un psicoanálisis. No son equiparables; Kim es heredero de las monarquías comunistas (junto a Cuba) que sobreviven al socialismo real y arrastra las taras de padre y abuelo, Kim il-sung y Kim Jong-il; el niño fusiló a una ex novia y su familia, a su tío carnal, al jefe del Ejército y a su hermanastro en Kuala Lumpur. Trump no es muy cordial, pero sí republicano elegido y no se sabe de él que asesine a la familia y, aunque también es impredecible, solo llega a esa bomba madre que a efectos militares es ruido, mientras el Neroncito asiático acepta entusiasta un duelo nuclear del que huyeron Kennedy y Kruschov. Se predijo que la Bomba A acabaría con las guerras y solo ha multiplicado las convencionales. «Paralelo 38º» relató la heroicidad de una retirada de «marines» cercados por un alud de chinos y Truman negó a MacArthur nuclearizar el Yalú. El tam-tam atómico cesará o harán magnicidio con el niño malo de oriente. Queda «Teléfono rojo, volamos hacia Moscú», de Kubrick, para un invierno nuclear gratis total.