Política

Pastelería de pasteles

La Razón
La RazónLa Razón

Don Pedro ha llegado laboriosamente al cero absoluto (menos 237,15 centígrados) y la física no permite bajar más la temperatura, empero es como aquel general que no se rendía ni ante la evidencia y ha desempolvado el arcaico rataplán de que España es una nación de naciones. Obviando la Confederación Helvética que no se sabe si es una agregación de cajas de ahorro donde convocan referéndum para mudar un semáforo, lo más semejante en occidente a una pastelería de pasteles es el Reino Unido, hoy suma de cuatro naciones pero con la preponderancia de Westminster por el peso poblacional de Inglaterra. Al carecer (sabiamente) de Constitución escrita se acoplan al derecho consuetudinario (lo que se va haciendo) y Cameron casi cree lo del derecho a decidir, aunque las consultas las convoca el Parlamento de su Graciosa Majestad. En EE UU Hawaii fue una monarquía libre con su cultura, idioma e idiosincrasia propias, encajado en la Unión tan tardíamente como 1959, y cuentan con su lógico independentismo, tal como Texas que fue República soberana entre 1836 y 1845 y cuyo icono secesionista es el actor Chuck Norris que da patadas orientales por televisión. Pero a quien sugiera en Harward que EE UU es una nación de naciones le remiten al nosocomio. Un prusiano está mucho más lejos de un ciudadano de la Baja Sajonia que un catalán de un andaluz, y Alemania, como entendió Bismarck, no es una bandeja de pasteles, igual que Francia no coloniza Occitania, Bretaña o Córcega y se reconoce legítimamente en el entusiasmo del soldado Chouvín. Sorprende que la provincia federal de Corrientes reclame su independencia y que en la guerra por Las Malvinas los conscriptos correntinos afilaran sus facones al grito de «¡Vamos a ayudar a esos argentinos contra los ingleses!», y agrada que junto al español tengan como cooficial el guaraní correntino. ¿Será Argentina una nación de naciones? El Comité de Descolonización de Naciones Unidas sólo tiene agendada España por Gibraltar, y al distópico don Pedro le vendrá lo de nación de naciones por lograr que el PSOE sea un partido de partidos. A Martínez de la Rosa, tan flexible negociando que era de plastilina, le motejamos como «Rosita la pastelera», y es que lo políticamente histórico en España es hacer pasteles. Recién reconocida la República Federal Alemana sobre los rescoldos del nazismo le preguntaron maliciosamente a uno de sus Presidentes que si amaba a Alemania. «No –contestó–. Amo a mi mujer».