Elecciones Generales 2016

Pesadilla antes de Navidad

La Razón
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Son un total de cuarenta y seis el numero de diputados del PSOE en el Congreso, elegidos en las provincias de las comunidades andaluza, castellano-leonesa, asturiana, aragonesa, castellano-manchega y extremeña, más de la mitad por lo tanto del total del grupo socialista. Un dato más que indicativo al que me referiré más adelante y muy ligado a la desidia de los «barones» que ya pasa por complicidad obligada con un secretario general muy preocupado al parecer estos días desde sus vacaciones ibicencas por las «extrañas fechas» de unas terceras elecciones. Nadie como el cineasta Tim Burton para plasmar en la gran pantalla la obsesión de un individuo por acabar con el espíritu navideño, al que identificaba con un ser de barba blanca y al que aborrecía casi en la misma proporción con la que éste era aceptado por sus conciudadanos. Pedro Sánchez va camino de mimetizarse con «Jack Skeleton», el tacticista y ambicioso protagonista de la obra maestra de animación «Pesadilla antes de Navidad», obsesionado con convencer al imaginario país «Haloween Town» de las maldades del barbudo Santa Claus, al que chafaba el encargo de la ronda nocturna anual por las chimeneas acabando de paso con los sueños de todos los habitantes del lugar ante la desidia de quienes «lo veían venir».

Sánchez no sólo nos va a arruinar a todos las Navidades por una inquina personal hacia Mariano Rajoy combinada con su tendencia a ir saltando de liana en liana con la esperanza de encontrar una sólida rama que le catapulte a La Moncloa como única salida a su supervivencia política; nos va a dejar –si nadie lo impide entre quienes pueden impedirlo– a los pies de los caballos de la desinversion, de la retirada de una confianza que ha costado sudor y sangre recuperar entre los socios europeos y de una imagen de país de pandereta dirigido por líderes de tercera que mancha, entre otras cosas, la memoria dialogante de una transición política ejemplar.

Que nadie se engañe: Sánchez sabe lo que quiere desde el minuto uno con independencia de que eso no concuerde con los intereses, no ya del país, sino de su propio partido; por ello sería bueno ver pasar de las rimbombantes declaraciones a los hechos a los García Page, Fernández Vara, Susana Díaz y compañía, líderes regionales en esos territorios que suman los citados 46 escaños. Si no es así –nada como la verdad desnuda–, difícilmente podrá esperarse ni en el más lejano escenario que sólo once de entre esos más de la mitad de diputados del grupo socialista tomen el camino de los lavabos a la hora de votar la investidura de Rajoy. También a los barones y al poder territorial del PSOE les ha llegado la hora de retratarse. O asumen la frase del presidente extremeño –«a ver quién es es guapo que con 170 escaños no deja gobernar a Rajoy»– o abrazan sin ambajes unos prejuicios «ideologicos y éticos» de su secretario general tras los que subyace algo tan gráfico y sencillo como alcanzar el poder aún a costa de la tierra quemada.