José María Marco
Plebiscito recusatorio contra Maduro
El régimen chavista está en pleno proceso de decadencia. Económicamente, ha vivido siempre del petróleo, que hoy ha dejado de ser rentable. Ideológicamente, el chavismo ––nadie habla de «madurismo»–– es una prolongación populista del comunismo cubano y está desacreditado, salvo entre sus amigos de Podemos, Mareas, Comunes y movidas afines, entre ellos, algunos miembros importantes del socialismo español. En lo político, está colapsado desde que perdió masivamente las elecciones que llevaron a la formación de una Asamblea con la que se ha negado a negociar y a la que no ha querido reconocer como interlocutor. El chavismo no negocia. Presiona, como hace con los países vecinos que están endeudados con Venezuela por las remesas de petróleo. Reprime, mata y golpea, como hace con la oposición en la calle. Y corrompe, que es lo que ha hecho con el ejército. Por eso el referéndum de ayer era crucial. Se trataba de contrarrestar la maniobra antidemocrática para la formación de la denominada «Asamblea Nacional Constituyente» con la que el régimen quiere recobrar una legitimidad arruinada. Este es, claro está, el modelo democrático plebiscitario de los podemitas y sus amigos, que no creen en la división de poderes ni en la libertad que garantiza la ley. Era de esperar que Ada Colau, una de las grandes figuras delcastro-chavismo en nuestro país, hiciera lo posible por impedir
que los venezolanos residentes en España participaran en una consulta que aspira a reivindicar la democracia liberal en su país.¿Democracia?, ¿y liberal? Prohibido. (O «prohibit», palabra catalana de uso intensivo en aquella comunidad autónoma).
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