Alfonso Ussía

Pluri

La Razón
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G racias a un cursi que no se quita su chupa de Massimo Dutti ni para dormir, voy a dejar de ser español para convertirme en ciudadano plurinacional, en un pluri normal y corriente. El primer apellido de mi padre, y por ende el mío, es vasco. Ussía es alavés, de Llodio, como Urquijo. Las familias Ussía y Urquijo compartimos los dos apellidos con reincidencia y alevosía, y mi tatarabuelo paterno fue honrado con el título de marqués de Aldama, que es barrio de Llodio. En el segundo apellido de mi padre hay controversia. Gavaldá. Así lo registró mi rama paterna, si bien otros primos lo escriben Gabalda y atribuyen su origen a los entornos de Guecho. En el Diccionario de Apellidos Vascos de Isaac López de Mendizábal, Ussía se traduce por «Campo de Gramas» y Gabalda por «Helechal». No obstante, y siguiendo la pauta de mi padre, la mayor parte de los miembros de mi familia usamos el Gavaldá, que es apellido catalán. Después del Gavaldá los apellidos de mi raíz paterna son todos vascos, exceptuando el López-Pelegrín, que es malagueño. Mi madre era la hija mayor del comediógrafo Pedro Muñoz-Seca. Ella nació en Madrid, pero su padre fue natural del Puerto de Santa María, según su dedicatoria en la comedia «El Roble de la jarosa», «el pueblo más bonito de España, donde hay más sol y más alegría, y donde viven los viejos de mi alma». Mi abuela materna se apellidaba Ariza y Diez de Bulnes, no «Díez» sino Diez, y en el escudo familiar se justifica la ausencia del acento. Diez cabecitas de perfil. Ariza es aragonés y Diez de Bulnes castellano. Las cabecitas cortadas no indican su procedencia, pero algún experto en heráldica y genealogía afirma que pertenecieron a diez invasores musulmanes que se toparon con un Bulnes poco receptivo con los refugiados del siglo XV.

Así pues, soy vasco, andaluz, catalán, aragonés y castellano, amén de madrileño, y por ende, castellano-manchego. Mi mujer es montañesa y navarra, de tal modo que mis hijos son aún más pluris que yo, porque llevan en su sangre raíces vascas, andaluzas, catalanas, castellanas, cántabras y navarras, además de las madrileñas, que en Madrid nacieron los tres. Mis nietos añaden a nuestras raíces, orígenes franceses, gallegos, ingleses y vascos de las Encartaciones, que no son los mismos vascos que los de Llodio. Faltaría más.

He convocado un consejo familiar de urgencia con un simple y somero Orden del Día. «Decidir si seguimos siendo españoles o adoptamos la plurinacionalidad de Sánchez», que hay que tenerlos bien puestos o extraviados para apellidarse Sánchez y pretender ser plurinacional. Y por unanimidad, hemos decidido seguir siendo españoles, a pesar de la macedonia o ensalada de nuestros orígenes patrios. Hemos aprobado que los vascos somos españoles, así como los montañeses, los navarros, los andaluces, los castellanos, los madrileños, los gallegos, los catalanes y los aragoneses. Y firmada el acta, de común acuerdo, hemos añadido un párrafo de amable contundencia. «Sánchez es más cursi que un álbum de firmas».

Y hoy, como todos los días de mi larga vida, he amanecido de nuevo siendo español. Un español más orgulloso que nunca, por cuanto los españoles que menos me gustan, alguno de ellos hijo y nieto de asesinos de españoles, han optado por la plurinacionalidad, que no es otra cosa que el resentimiento contra España. Porque los hay tan burros y empecinados en serlo que siguen confundiendo a España con el Estado, cuando el segundo es el canalla administrador de la Patria. El Estado cambia de manos, y España es y será siempre la misma.

Español nací y español moriré, como nuestros abuelos, padres, hijos y nietos. España es la tierra que amo y la tierra que me cubrirá, procedente de cualquiera de mis pequeñas tierras originales. Los que quieran morir plurinacionales que lo hagan, por mí no hay inconveniente. Los gilipollas también tienen derecho a descansar en los cementerios.