Podemos, ¡os han «pillao»!

Conforme huelen poder, los dirigentes de Podemos van apareciendo tal como son, muestran sus vergüenzas, cuando presentaban la imagen de no tenerlas. Las tienen, demasiadas para las expectativas que habían creado. Sus presencias públicas empiezan a hacer agua hasta resultar patética alguna de ellas, como la Juan Carlos Monedero en Leganés al intentar justificar las anomalías de su currículum y la creación de una sociedad para pagar menos a Hacienda condenando a los medios de comunicación que las revelan. Ni una prueba para contrarrestarlas. Sus palabras «nos quieren amedrentar...», «nos han declarado la guerra», «cada vez que nos quieren dar una bofetada, la sentís vosotros», con la pretensión de que sus seguidores no piensen que él es el único culpable de sus actos. El mismo modo que Jordi Pujol afrontó hace unos decenios el asunto Banca Catalana : «Atacan a Cataluña». Incluso los fotógrafos de prensa fueron expulsados en un alarde de la libertad de expresión que implantarían.

Quienes hasta hace poco exhibían un dominio absoluto de la comunicación no se comportan igual. Pablo Iglesias, el pasado sábado en La Sexta, no respetó las intervenciones de sus contertulios como en tiempos precedentes. Ya no deja hablar. La demagogia ha emergido como recurso único para las defensas de lo suyo y los suyos, cuyas conductas son para él dignas de alabanza. De condena, si son de otros.

El camino hacia las generales, las que más les interesan, resulta demasiado largo. No por los ataques que les dirijan, sino porque han dado motivo para recibirlos, como Monedero, Errejón con sus cobros y Pablo Iglesias con la negritud en euros. Casi nada. En mi pueblo se dice: «¡Que os han pillao!». Así es la vida.