César Vidal

Por el amor de una mujer

La muerte de Frank Sinatra significó la imposibilidad de culminar algunos proyectos relacionados con el extraordinario cantante. Entre ellos se encontraba la grabación de la versión en inglés de «Por el amor de una mujer», una obra debida al cantautor asturiano Danny Daniel. La canción, sin duda alguna, es una de las más hermosas escritas en todo el siglo XX y, tanto por su música como por su letra, y, sobre todo, por su estructura, figura a la altura de «Something», de los Beatles, de «Puente sobre aguas turbulentas», de Simon y Garfunkel, o incluso del «Strangers in the Night», que tan bien modulaba Sinatra. Al mismo tiempo, constituye, a mi juicio, todo un símbolo del tesón de un español dispuesto a comerse el mundo sin más arma que su talento.

Danny Daniel podía haber sido futbolista de no ser porque una lesión lo mantuvo apartado de los campos durante toda una temporada. Una guitarra y una disposición prodigiosa para componer lo llevaron desde su Asturias natal a Palma de Mallorca, a Suecia –donde la temperatura podía descender por debajo de los cuarenta bajo cero– y a Madrid. Era una época en que la gente no había alzado barreras para separar las distintas regiones y un asturiano podía triunfar en Baleares cantando sólo en español, o un andaluz podía salir adelante en Cataluña, incluso enriquecerse, sin tener un nivel determinado de catalán. Danny Daniel logró entonces no sólo enhebrar éxito tras éxito cantando al amor, sino saltar además al otro lado del Atlántico y revalidar lo conseguido en España. «Por el amor de una mujer» sería grabada con notable éxito por Julio Iglesias, pero también por Engelbert Humperdinck, que se atrevió con la canción en dos versiones, una española y otra inglesa que conservaba la música, pero que añadía una letra que perdía totalmente la fuerza y la profundidad del original.

Ahora, tras años de residencia en Miami, Danny Daniel ha regresado con una fuerza espectacular a los escenarios españoles llevando bajo el brazo un nuevo álbum en que nuevos temas aparecen al lado de «Por el amor de una mujer». Que alguien con más de setenta años regrese a España desde una residencia foránea y amable en la que no hay Montoro dispuesto a vaciarte los bolsillos resulta admirable y, sin embargo, quizá es lo más lógico en personaje con las cualidades artísticas, indiscutibles y perdurables, de Danny Daniel, que se mueve también por el amor a una vocación.