Enrique López
¿Por qué?
Cualquier ciudadano espera todo de la Justicia. El problema es si realmente se entiende lo que es realmente la Justicia. El segundo problema es que la Justicia es tributaria de la certeza, y el tercer problema es que, como decía Descartes, mi libertad finalmente es lo que asume la responsabilidad de lo verdadero. Y al final cualquier persona tiene un sentido de lo que es moral, y en definitiva de lo que es justo. En otros fenómenos de la vida la gente se desposee de sus propio criterio y lo abandona a lo que digan los expertos, pero en este tema no. Dicen que la sociedad es el lugar de la verdad, y al final la relación con el que se considera maestro sostiene la libertad de la adhesión a lo verdadero. El cuarto problema radica en decidir si realmente estamos ante una libertad cuestionada, y la verdad creo que sí que en estos momentos los que más ensalzan la libertad más cuestionan la idea de la libertad. El quinto problema es si la verdad nos separa de la inteligibidad, de tal modo que conocer no sólo es constatar, sino comprender y hoy en día, hay mucha constatación y poca comprensión. En Europea hay un predominio que subordina la indignidad al fracaso, y la generosidad moral a las necesidades del pensamiento objetivo, de tal manera que, al final, la espontaneidad se acaba confundiendo con la libertad, y así nos va. Tenemos que empezar a criticar la espontaneidad, fundamentalmente por el lugar que ocupa dentro del armario del fracaso; en estos momentos hay muy poca teoría y poco conocimiento, y nada de comprensión; quizás es que hemos abandonado la idea de lo divino, de lo perfecto, como ideal, en el momento en el que todo es relativo, y hemos terminado. Pensar que una realidad mas allá de un continente es un espontaneidad, si no va precedido de una teoría y de un conocimiento, nos iría mejor. La gente desconoce que sólo el 20% de los ciudadanos de la Unión Europa habla el mismo idioma, que por lo general es el inglés, y ni si quiera se acepta como tal. El sexto problema radica en que cuando se plantea un ideal como perfecto, esto es, una unión de naciones, para definir una sola, Europa, es un absoluto fracaso. Las naciones que conforman la Unión Europea, y sobre todo España, tienen una historia que no se pueda olvidar, se confunde el discurso y el deseo, y además hay gente que de ello hace una autentica profesión, los europeístas, y son los peores embajadores de la Europea unida. Europa no será nunca Estado Unidos, y eso debemos tenerlo claro, sobre todo porque los Estados Unidos los forjó una guerra civil, donde los federados ganaron a los confederados, y no queremos que ocurra en Europa. A partir de ahí hay muchos puntos de encuentro y uno pasa por forjar una idioma común, lo cual hace minúsculo el problema del idioma en España, teniendo en cuenta que el castellano, llamado español fuera de España, es una de las lenguas más habladas el mundo. Todo hace pequeño el debate de nuestro país, y concretamente de algunas zonas. Hace pocos días hemos visto cómo el nombramiento de un nuevo Papa es seguido en todo el mundo, y eso sí que es un factor de globalización, y no sólo para los católicos, (por cierto un jesuita que ama a San Francisco de Asís). Esto hace que otros debates sean pequeños y de gente pequeña y se conviertan en debates provincianos, con todos mis respetos. En estos momentos estamos construyendo una nueva Europea, que debe partir de una España unida, en la que hay que hacernos valer, y aunque asumamos el inglés como lenguaje vehicular, hay que saber que hablamos la segunda lengua más usada del mundo, porque lo del chino es un cuento, y eso exige unidad. Decía Ortega y Gasset que la República sólo había de salvarla pensando en grande, sacudiéndose de lo pequeño y proyectando hacia el porvenir. Esto es predicable para la España de hoy, una afortunada Monarquía, con un gran Rey a su frente, a pesar de los tiempos que corren. También decía el filósofo que «ciudad es ante todo plaza, ágora, discusión, elocuencia. De hecho, no necesita tener casas la ciudad; las fachadas bastan. Las ciudades clásicas están basadas en un instinto opuesto al doméstico. La gente construye la casa para vivir en ella y la gente funda la ciudad para salir de la casa y encontrarse con otros que también han salido de la suya». Ésa es nuestra sociedad y tenemos que aceptarlo. Todavía no entiendo porqué Ortega no se lee en nuestros colegios, porque nadie me habló de él en mi educación básica; si fuera inglés sería el más leído del mundo, y eso nos debe hacer pensar, nos debe hacer estar orgullosos.
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