F. C. Barcelona
Prudencia y evidencia
Hablan por no callar y es que o son muy tontos o la mar de listos. Tardó minutos musicales Piqué en tuitear sendos errores arbitrales que, según él, perjudicaron al Barça y beneficiaron al Madrid. Ocho puntos menos, se quejaba, por un gol «legal» que le anularon a él, otro «ilegal» que concedieron a Ramos contra el Málaga y las dos manos del villarrealense Bruno medidas con diferente rasero. Acto seguido, la aplicación de la tecnología pasó de ser necesaria a inaplazable exigencia... Hasta que la clasificación de LaLiga fue igualándose por arriba. Si en el Barça-PSG hubiesen existido esos avances técnicos para administrar justicia y desfacer entuertos, la Torre Eiffel permanecería aún iluminada con los colores del PSG y Canaletas mostraría crespones negros.
Minuto 85, penalti de Mascherano a Di María. El alemán no lo vio. Sí decretó pena máxima cuando Luis Suárez se arrojó al suelo en grácil escorzo como si le hubiesen disparado desde la grada. ¡Penalti! Nada de nada. Teatro del «güeno» y como si la muerte tuviera un precio se cobró la pena máxima: 5-1. Emery empezaba a purgar errores y su equipo, incapaz de mantener la pelota más de 15 segundos frente a la avalancha azulgrana, su incapacidad y cobardía. El 6-1 de Sergi Roberto fue el premio a la fe que mueve montañas, culminación de una gesta que deja en evidencia a parlanchines a quienes el fútbol pone en su lugar por su proverbial imprudencia.
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