Crisis en el PSOE
PSOE, final abierto
Soy fan de la actualidad internacional. Explorar realidades de otras tierras me atrapa tanto como un buen libro. A pesar de las mil desgracias en curso, esta Humanidad avanza. Ahí fuera ocurren hechos que estudiarán muy pronto nuestros descendientes: la conquista de Marte, las FARC firmando la paz, el incipiente Brexit o cómo esa mujer, pionera, avanza a trompicones hacia la Casa Blanca. Aquí asistimos, entretanto, a un escenario inédito del que, me vas a perdonar, necesito escapar a veces, empachada de política. Lo siento por el PSOE, lo lamento mucho. Sin ser yo de nadie me duele contemplar, malherido, al socialismo centenario. Sus rivales externos, pero sobre todo, sus peleas internas, lo han reducido a escombros. Mirando a las cámaras de televisión se han enfrentado. No nos lo ha contado el vecino. Hemos asistido, manos a la cabeza, al transparente desastre de la mano de Felipe González, Pedro Sánchez ha replicado y ya después, por unas horas, ha emergido una insólita máxima autoridad socialista. Tras un fin de semana para olvidar, de entre los escombros, en Ferraz emerge hoy una gestora sin rumbo fijo. Un final abierto Y sin líder. Sin Susana Díaz, de momento. Sin Pedro Sánchez.
Ávido de autoestima, midiéndose con el discurso sin ataduras de Podemos, Sánchez ha cometido el peor error posible al acercarse demasiado al joven político. No por defender las siglas del PSOE ante los podemitas, sino por acuñar la idea de que «si no puedes con tu enemigo, únete a él». Por tratar de sumar fuerzas con los morados, dinamitando la esencia de unidad de España que prevalece en el socialismo del primer Pablo Iglesias. Derrotado en seis citas electorales y tan obsesionado en el no a Rajoy, tal vez a Sánchez le ha pasado últimamente lo que a mí, a veces, en el periodismo: ha puesto más interés en el exterior que en las complejidades de su casa.
¿Entregará su acta de diputado? ¿Se postulará como candidato en primarias, en caso de que se convoquen? ¿Quién emergerá ahora al frente del PSOE? Escucho que el partido tardará años en recuperarse, si es que no se descompone. Me pregunto cómo sería España sin los socialistas... Y me nace un sombrío sentimiento. Con todas sus corrupciones y sus coroneles, a pesar de los pesares necesitamos un PSOE fuerte. Ahora más que antes, si cabe. Ahora, que sufrimos demasiadas crisis de identidad.
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