Restringido

Puertas al campo

La Razón
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Aunque controlar lo que se sube a la red es casi tan difícil como poner puertas al campo, hay que impedir que los energúmenos enfadados con el mundo sean capaces de soltar por la boca (más bien a través de caracteres a veces ilimitados) todos los sapos y culebras que les carcomen por dentro. Para ello, la Unión Europea y Facebook están uniendo fuerzas. Quieren combatir el contenido extremista y el odio que se está propagando especialmente por las redes sociales. «Initiative for Civil Courage Online» quiere poner freno al extremismo que crece amparado por el anonimato que permite la red. ONG, servicios en línea y gobiernos desarrollan prácticas conjuntas para frenar todo tipo de ofensa y odio esparcido hasta ahora impunemente. En España Miguel Ángel Blanco o mi nombre suelen ser diana favorita, también la justificación de actos terroristas o la humillación de víctimas y personajes públicos. Expertos y consejeros se unen frente a este tipo de violencia, algo tristemente necesario en pleno 2016. Que no olviden que somos presas de un rastro, que justo gracias a internet, todo queda patente y nos retrata. Dicen que las personas no cambian con el tiempo, sino que es el tiempo el que te muestra lo que en realidad son. Por ello hay algo que preocupa mucho más que el mal gusto y son los ataques, insultos y amenazas vertidos en la potente red social Twitter, que incluyen violencia, armas y deseos asesinos hacia famosos o cualquiera que tenga un cargo público, por ejemplo. Lo que está claro es que las palabras de cualquier zoquete, ignorante, sarcástico, dañino, enfadado con el mundo o mentalmente incapaz, no han de robarnos la serenidad ni siquiera por un segundo. Pero es verdad que estamos tan expuestos que el ejercicio ha de ser conseguir que aquello nos resbale y atender sólo a las palabras que gustan, que enseñan, que curan. Lo sano es orientarnos sólo a lo que construye y sirve. Al fin y al cabo, lo que se dice, es lo que hay en el interior.