El desafío independentista
Puigdemont y cuenta nueva
Esta semana es una semana política extra para Puigdemont. El President mutiló su carrera y se inhabilitó a sí mismo con su entrevista del domingo con Évole. Estaba como el conejo al que le das las largas. Perdido, atrofiado, incapaz, balbuceante, oscuro, «flipao»... Évole no dio ráfagas ni aceleró hasta sentir el golpe seco en los bajos, «Salvados». No es entrevistador sádico. Incluso tiene el detalle en los montajes de aliviar casquería y grasa. Desarmó con preguntas al portavoz de un relato que no tiene respuestas, un relato que no admite dudas porque está construido con hormigón y ferralla. La masa es el mensaje. La máxima aspiración para el domingo que se avecina es encaramarse a las estatuas y buscar el foco de esa prensa internacional que llega a Cataluña con salacot. Asumido que no habrá referéndum, queda el retrato vociferante de una descolonización de cartón piedra. Un viaje con traqueteo en el «Tren de la Bruja». La iconografía independentista tendrá fotos no dan para póster. El nacionalismo murió con el Siglo XX. El autorretrato de Puigdemont es epitafio de una misión fallida. Incluso una balconada con declaración unilateral sería incapaz de levantar su biografía. ¿Qué biografía? Con Évole descubrimos algo más. Vimos el cartón, el quién es quién en este proceso. Descubrimos por qué la CUP presionó para quitar a Mas y poner a Puigdemont. Burlaron a sus burgueses con unos empates, «risas y porros». Descubrimos por qué Jordi Sánchez, Presidente de la ANC, ha estado trabajando sobre la masa movilizada como coordinador de los partidos independentistas. Descubrimos por qué Junqueras silba y Rufián envuelve tuits con camisetas de Harry Potter. Descubrimos que quien ejerce el liderazgo es un títere noqueado al que arrean desde las cuatro esquinas con demonios que se las guardan. Le faltó anunciar en una entrevista grabada que tiraba la toalla. Le faltó lágrima e incluso sudor. Le faltó vida. El referéndum se le ha hecho bola y en el salto hacia la Presidencia de la República Catalana ha caído a plomo sin urnas a las que agarrarse. El prestigio es pasto de los cangrejos de río. Cuando pasen las fechas y los gestos es el momento en el que tendrán que pasar o ser pasados los líderes que han roto las costuras. Reubicar a los políticos en el terreno de la política.
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