César Vidal
«¡Qué bueno es...!»
Sin duda, en la mente de muchos de nosotros queda impreso el recuerdo de aquellos años lejanos e infantiles en que uno de los días más importantes del curso era el dedicado a la excursión. Tras soportar un régimen espartano en las aulas, de repente, con la llegada del buen tiempo, nos arrancaban de aquellos lugares de mucho orden aunque menos concierto y nos llevaban a pasar el día a la Boca del asno o al Escorial corriendo y saltando como si fuéramos posesos. No resulta sorprendente que, con tan grata perspectiva ante nuestros corazones de niños, en el autocar, fuéramos cantando aquello tan bonito de «¡Qué buenos son los padres escolapios! ¡Qué buenos son... que nos llevan de excursión!». Era, ni más ni menos, que el justo tributo de una infancia que se sentía agradecida. He experimentado esa misma alegría limpia, ese impulso diáfano, ese gozo inefable al ver a Cristóbal Montoro en la rueda de prensa del pasado viernes. Debo decir que, en primer lugar, le agradezco que corrija mi memoria que, sin duda, va fallando con el paso del tiempo. Estaba yo más que convencido de haberle escuchado decir el 2 de junio de 2016: «Hoy España está creciendo, creando empleo, porque hemos bajado impuestos. Por lo tanto la lección que tenemos que aprender es que si queremos continuar con este crecimiento y esta creación de empleo hay que seguir bajando impuestos». Incluso creía yo haber oído lo mismo a Rajoy dos días después en justa y literal referencia al programa del PP. ¡Craso error! Montoro me aclaró que mis recuerdos eran total, injustamente erróneos. Con todo, lo que más le agradezco es lo que se ocupa de nuestra salud. Suben, entre otros, los impuestos del tabaco, del alcohol, de la gasolina y –feliz innovación– de las bebidas azucaradas. Jamás ha de contemplarse en esas medidas un síntoma del voraz vampirismo fiscal. ¡No! ¡Lejos de nosotros semejante pensamiento! Montoro no es Nosferatu como lo denomina la gente del pueblo. ¡Es Madame Curie! ¡Lo hace por nuestro bien! Consumiendo menos azúcar, nos libraremos de dolencias indeseables y si mañana para librarnos del mal, fríe a impuestos las chuches y las salchichas sólo podremos expresar nuestro agradecimiento al Altísimo por contar con alguien que se ocupa así de nuestra salud. ¿Es o no es para que el gozo nos llene el pecho y gritemos todos a una voz: «¡Qué bueno es Montoro, el del PP! ¡Qué bueno es... que nos quita el parné!».
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