César Vidal
¿Qué votarán los hispanos?
El hecho de que Donald Trump tenga cada vez más despejado el camino hacia la Casa Blanca y la circunstancia de que se haya manifestado de manera sobradamente clara en contra de la inmigración hispana – siquiera la ilegal – ha llevado a más de uno a considerar que no contará con el denominado voto latino. Permítanme que discrepe y que para hacerlo relate un hecho que he presenciado hace apenas unas horas en la consulta del médico, aquí, en el sur del coloso norteño. Mientras yo esperaba pacientemente mi turno se entabló una discusión entre dos hispanas –en español, por supuesto– en relación con la inmigración. Una de ellas comenzó a censurar a la otra porque se quejaba de la asistencia sanitaria señalando que no veía razón para que siguieran viniendo hispanos a Estados Unidos si no les gustaba y sólo se quejaban de los servicios que recibían. A continuación, para remachar su argumento, añadió que cubanos, venezolanos y otros latinos no traían nada al gran país del norte, sino que venían a ver lo que podían recibir: trabajo, prosperidad, fortuna, ayuda pública... La otra mujer respondió con bastante acritud que los norteamericanos no regalaban nada y que si aceptaban inmigrantes era porque aportaban trabajo en condiciones que «los gringos» no estaban dispuestos a aceptar. La disputa fue subiendo de tono y, en un momento determinado, comenzaron a entrecruzarse insultos de creciente agresividad. A decir verdad, estoy seguro de que en caso de no haber llamado a una de las mujeres habrían llegado a las manos. Sin embargo, el episodio, más allá de lo anecdótico, es una muestra indiscutible de la división que existe entre los hispanos en relación con el tema de la inmigración y, de paso, con Donald Trump. Para muchos, el candidato republicano es un ser repugnante que pretende levantar un muro que evitará que sus familiares se reúnan con ellos en la tierra que fluye leche y miel y que, con un poco de mala suerte, los puede deportar si descubre que no tienen permisos de residencia. Para otros hispanos, sin embargo, Trump es la garantía de que su estabilidad en la nación que los acogió será perdurable. Quieren que, una vez dentro ellos, se cierre la puerta porque temen que aquellos entre los que nacieron, con su cultura específica de asistencialismo, escasa veracidad y picaresca secular, acaben reventando un sistema que marcha razonablemente bien. Esos, sin ningún género de dudas, van a votar a Trump y su origen no representará obstáculo alguno.
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