Lucas Haurie

Quien bueno te hará

Cuando José Antonio (¡¡presente!!) Griñán toma distancia sobre las pequeñas miserias cotidianas, se revela enseguida como una persona de notable fuste intelectual. No es de extrañar que posea ese ego superlativo, en vista de con qué bueyes ha arado durante la última etapa de su larga carrera, y no forzosamente se trata de una metáfora. Del presidente regional que aún lo es se podrán decir muchas cosas negativas, mayormente acerca del pésimo pilotaje de la crisis final, pero sus análisis son impecables, ahora que se puede expresar con la libertad de los jarrones chinos: «La gente está cansada de la política, de los políticos y la situación actual». Su antecesor huyó a Madrid cuando pintaban bastos electorales y judiciales, propiciando la mayor desestabilización de la historia de la autonomía en lo más crudo de la crisis económica. Una tormenta perfecta para ponerlo a él en la foto de la derrota, consumada a medias porque la aritmética le permitió conservar la Presidencia. Quizás fue su gran error: correspondía a un aparatchik de colmillo retorcido la ingrata tarea de poner cara de póquer mientras arreciaban los ERE y, a la vez, sentar en el Consejo de Gobierno a los camaradas de IU, que siempre esconden una navaja en la faltriquera y cobran cash cada apoyo parlamentario. Entre semejante fauna, en el partido y en el gabinete, no pinta nada este aficionado a la ópera que en menos de dos años ha envejecido diez. Hasta aquí ha llegado y el que venga detrás, que arree. Sea quien sea, visto el panorama entre propios y extraños, lo hará bueno.