Cataluña

¿Quién pierde más?

¿Quién pierde más?
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A medida que se aproxima el final de las vacaciones vuelven las especulaciones sobre lo que va a suceder en la política española. Pocas reflexiones incorporan que antes de que nos queramos dar cuenta es 11 de septiembre y llega la consiguiente Diada, con lo que se producirá otro pico de radicalidad independentista.

Pero el auténtico punto de inflexión será la sentencia del Procés, que podría llegar probablemente en octubre. Sea cual sea el veredicto de los tribunales, cambiarán muchas cosas, tanto en Cataluña como en el resto de España.

Para Pedro Sánchez hubiera sido mucho más sencillo haber llegado a un acuerdo para su investidura el pasado mes de julio, porque, junto a las complicaciones ya conocidas, se sumará la imposibilidad de pactar con los independentistas.

Solo queda por dilucidar qué sucederá en la convocatoria electoral que debería realizar el presidente del Gobierno. Algunos periodistas, observadores de la política nacional, han alertado acerca del riesgo que supondría para la izquierda política una repetición de las elecciones. Ignacio Escolar, por ejemplo, ha vaticinado que el próximo presidente, en caso de volver a las urnas, será Pablo Casado.

Desde las filas socialistas se han apresurado a situar al periodista en una órbita cercana a los morados, pero quedarse ahí es un análisis inexacto e insuficiente.

Desde el PSOE se juega con la presunta debilidad electoral podemista. Es muy probable que en una nueva llamada a las urnas Podemos sufriese la pérdida de algunos parlamentarios, seguramente no tantos como pronostica el CIS, pero la cuestión esencial no es cuantitativa, ni mucho menos.

El problema viene determinado porque la pregunta que se formula la dirección socialista es ¿quién pierde más en una repetición electoral? y no han razonado adecuadamente la respuesta.

Los votantes de izquierdas se encuentran ciertamente desmovilizados y una buena parte de los apoyos socialistas, decepcionados. Unos porque querían entendimiento con Rivera, otros por el desastre de la negociación con Iglesias. Pero, unos y otros, están enfadados por un exceso de tacticismo.

Lo fácil es echar mano de sondeos y estudios electorales y medir numéricamente quién subirá en apoyos y quién bajará. Sin embargo, el que se juega la pieza de más valor, la Moncloa, es Sánchez y ni siquiera las expectativas de Tezanos le dan suficientes escaños como para no necesitar a nadie.

El Partido Popular se ha quitado de debajo de los focos en las últimas semanas. Se ha encargado de acumular poder autonómico y municipal, al tiempo que el castigo por los acuerdos lo recibían los socialistas, como ha sido el caso de María Chivite en Navarra.

No sería de extrañar un aumento considerable de Pablo Casado, que podría aglutinar el voto conservador que se siente culpable por haberlo fragmentado, dando como resultado tres fuerzas políticas irrelevantes en términos prácticos.

Si incorporamos todos estos elementos en la coctelera, a lo mejor, la predicción de Escolar no es tan de parte, ni tan sesgada y se acerca más a la realidad que el propio CIS. Tendría la cosa enjundia.