César Lumbreras

Rabat, la UE y el Sáhara

La Razón
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El Gobierno de Marruecos acaba de anunciar que ha suspendido todos los contactos con la Unión Europea (UE). Bueno, pero sólo los contactos, porque las relaciones comerciales y sus exportaciones de mercancías agroalimentarias, sobre todo el tomate, continúan a todo trapo. Además, el Gobierno de Rabat lo ha hecho público ahora, pero la realidad es que los contactos se habían paralizado hace dos meses, pocos días después de que el Tribunal de Justicia de la UE dictase una sentencia por la que anulaba parcialmente el capítulo agrícola del vigente Acuerdo de Asociación entre el Reino de Marruecos y la UE, al estimar en parte un recurso presentado en su día por el Frente Polisario. El problema radica en las exportaciones de mercancías agrícolas producidas en el antiguo Sáhara español que se envían al mercado comunitario, que no podrían acogerse a las condiciones ventajosas establecidas en el Acuerdo. Cuando se conoció esa sentencia, el 10 de diciembre, nuestros vecinos del sur se enfadaron mucho. Desde entonces no han perdido ocasión de demostrarlo. El último episodio ha sido ese anuncio de la suspensión de contactos, que ha llegado pocos días después de conocerse el recurso que plantearon los servicios jurídicos del Consejo de la UE contra esa sentencia. Su argumentación no ha gustado en Rabat, porque, en ese texto, los de Bruselas reconocen al Frente Polisario capacidad para acudir ante el Tribunal de Justicia de la UE. En resumidas cuentas, un embrollo jurídico de padre y muy señor mío, que hasta ahora ha pasado más desapercibido de lo que debiera y con el que va a terminar por dolernos la cabeza, porque está en juego la soberanía sobre el Sáhara. Y eso sucede, casualidad o no, justo cuando se cumplen los 40 años de la salida de España de este territorio, el 26 de febrero de 1976. Y diez meses antes de que se celebre en Marruecos la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático COP-22. Las autoridades de Rabat pretenden explotar este acontecimiento al máximo.