Elecciones en Estados Unidos
Rajoy es de merendar
Se le fue el santo al cielo, o el cielo vino a poner en duda la santidad de Rajoy. Lo que dijo ante su partido, que ya está preparando nuevas elecciones, ha convertido en chanza el desliz que tuvo el presidente en su cena de empresa, donde siempre hay alguien que saca los pies del tiesto o acaba con la corbata en la cabeza. Las reuniones de Navidad las carga un anticristo que devora reputaciones. Ahí sale el Donald Trump que llevamos dentro como un Alien. Una eufórica melancolía preventiva porque no nos tocará el Gordo. No parece que vayamos a tener elecciones pronto. No se me asusten.
La vicepresidenta salió del trance asegurando que el jefe es más de desayunar que de cenar, que parecía que invocara a los efluvios de Baco. Un hombre de orden achispado por la política tras la borrachera de la sesión de control. Pero si me permite, creo que Rajoy es de merendar, no de una tarde con las señoras de Embassy, sino de merendarse, vaya, a sus adversarios. El desliz, si fue tal, iría dirigido a los que pueden aguarle la fiesta de gobernar. Unas malvadas encuestas internas arrojan un resultado desolador para el PSOE, hablan de un 15 por ciento de los votos. Ciudadanos, el partido que ahora se mueve entre el hola y el adiós, no recoge lo que Rivera intentó sembrar. Los que pedían la cabeza de Rajoy hoy miran la suya propia. Las testas coronadas ven al fondo una guillotina. Y Podemos, en este momento Pimpinela de purga estalinista, no está para devolver los regalos que recibe el bomboncito de Espinar. Black is black. Al único que le convendrían unos comicios es al PP, que sólo tendría argumentos, difíciles de explicar, si todos fueran contra ellos. Y a ese todos no le viene bien ir contra el uno. O sea, ¿qué queréis de merendar?, que la Legislatura se alargue y nada más. Y así será si hay presupuestos.
Claro que mientras tanto, hay que tomarse unas tapitas de Aznar, el hombre indigesto, o estreñido, unos pinchos de protestas sindicales, que si no la calle se nos enfría y hay que merendar en caliente, y unas pulguitas de la CEOE por el forzoso viraje al centro izquierda de la derecha. Hasta en la Academia de Cine piensan en cómo amargar el café con churros. Este año toca la libertad de expresión. Un sector del gremio idea un pin para solidarizarse con Trueba por el supuesto boicot a su película. La culpa, claro, siempre es del PP, que trata a sus creadores como esclavos del salario mínimo, ese montante que beneficia a los diputados de Podemos que se llevan a su bolsillo, dicen pero pocos les creen, sólo el triple del sueldo más bajo de cualquier español que trabaje. Rajoy concediéndole un aumento a Iglesias. Quién lo iba a decir. Eso sí que es una merendola. Y encima, socialdemócrata. Le queda, ay, Puigdemont, si las fieras de las CUP no lo devoran antes con el resopón.
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