Miguel Ors
Real Madrid, «capital» de la «Champions»
L19 Loa del Rayo
Aparece poco en los medios informativos el Rayo. Se le jalea poco. El Rayo, sin embargo, no juega al fútbol a perder. Juega a ganar, juega bonito.
–Pero pierde.
Es una de las plurales tragedias del fútbol. El Rayo, en el estadio azulgrana, gustó y divirtió. Los periódicos catalanes publicaron cosas bonitas sobre él: «Neymar doblegó a un rival que tiene un gran entrenador» (Santi Nolla). Como Santi, otros comentaristas. El gran entrenador, que lo es, se llama Jémez. Algún día lo veremos en un gran equipo.
–En la clasificación –me expone un compañero aritmético– el Rayo y el Español, con 17 goles en contra los dos, son los más goleados. El Atlético, en cambio, con fútbol más bien aburrido, sólo tiene en contra cuatro goles (dos menos que el Real Madrid, el menos goleado).
¿Bonito y no ganar, o ganar y no bonito? La sempiterna cuestión. Luis Enrique, tras la «manita» al Rayo, declara: «Hemos hecho una buena primera parte sin efectividad y una mala segunda parte con efectividad».
El lirismo del Rayo, no obstante, merece hoy nuestra loa.
M20 Religión
«¡Escándalo!», que cantaría Raphael, ante la «pijada» política de Pedro Sánchez. Leo que si el 20-D gana las elecciones, el PSOE de Pedro Sánchez eliminará la asignatura de Religión. Como Napoleón y Voltaire, yo no sé –ni yo ni nadie– qué es lo que hay cuando uno deja de respirar e ir al fútbol. ¿Es eso la muerte, no respirar y no poder ir al fútbol?
–Y no hacer el amor y no ver a Belén Esteban en la televisión... ¡La muerte es una putada!
Voltaire y Napoleón dijeron que si no existiese Dios, habría que inventarlo; y don Santiago Bernabéu, que también era sabio, proclamaba que los domingos sin fútbol eran mortalmente aburridos.
Pan y circo, fútbol y religión. Dejó escrito Tolstoi que «sin religión y sin corazón, el hombre no puede existir».
–Y sin fútbol, tampoco.
¿Sabe, señor Sánchez, lo que se empieza a decir de usted en la calle? Que usted, como el futbolista Llorente, «sólo es guapo». Eso tituló un periódico italiano de Llorente tras su inefectividad goleadora.
X21 Odio
Creo en los optimistas. Yo lo soy. Como Nadal o los Gasol. El optimista sostiene casi siempre, equivocadamente o no –es lo de menos–, que todo está bien, cuando todo está mal.
–Me gustan las críticas –declara cachonda y sorprendentemente El Cholo. Si no fuese optimista, no diría eso.
«Leo a los críticos para discrepar. La discrepancia no me enoja. Me vigoriza» (Chesterton). Simeone, como Chesterton.
No se dude: el optimismo es un formidable nutriente de la moral.
Bertín Osborne, otro optimista formidable, convierte sus entrevistas en «En la tuya o en la mía» (TVE) en conversaciones deliciosamente deportivas, alegres, directas, reveladoras. Le sugiero la idea –perdón por el atrevimiento– de que invite a Rajoy, a Sánchez, a Rivera y a Iglesias. Seguro que desvelaría mejor que nadie el entresijo mental y programático de los cuatro candidatos a La Moncloa.
J22 París
París es la capital de Europa y el Real Madrid es la capital de la «Champions». París, París, Real Madrid, Real Madrid. «París bien vale una misa», dijo Enrique IV. El árbitro italiano Rizzoli, a juzgar por lo visto, se ve que pensó: «El PSG bien vale que yo sea más misericordioso con la dureza de sus jugadores que con la dureza de los jugadores del Real Madrid». Lo fue, y bastante descaradamente: no expulsó a Verrati. El Real Madrid, por su parte, se dijo: «Aquí lo único que vale es ganar o empatar». Y empató con un fútbol excepcionalmente inteligente y táctico. Estranguló al PSG en el centro del campo y todos los jugadores del Real Madrid, sin una sola excepción, exhibieron efervescentemente solidez, cohesión y fe.
Benítez: usted sí que sabe de fútbol. Enhorabuena. La «Champions» bien vale que el Real Madrid gane la undécima y siga siendo, eternamente, su capital.
J23 Cruyff
Cruyff, 68 años. A esa edad, hoy, no se es viejo del todo. Los médicos le han diagnosticado cáncer de pulmón. «Fumar –declaró hace años, cuando fumaba– me gusta tanto como el fútbol. El fútbol me divierte, fumar me sosiega». Dejó el fútbol, dejó el tabaco. ¿Dejó también en sus pulmones el tabaco el germen del cáncer? Su lema, como entrenador, era «correr lo justo, tener el balón, jugar siempre a ganar», pero «si no puedes ganar, juega a no perder», agregaba. Era superlativo en lo suyo. Presumía de ateo, pero ojalá le cure Dios el cáncer.
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