Ely del Valle

Regreso al pasado

La Razón
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En estos primeros días de 2017 oiremos hablar mucho de los próximos retos del Gobierno y calificar de desafíos a lo que no son mas que obligaciones. Conseguir una mejor Sanidad, una Ley de Educación con pies y cabeza, más trabajo y menos precario o frenar el desmadre catalán son las responsabilidades que tienen quienes nos gobiernan, y conseguirlas, su deber.

El auténtico desafío, el mayor de todos, el que nos amenaza a la vuelta de cada esquina y en el que tenemos mucho que perder es el de este terrorismo demente que solo busca matar por matar y en el que todo, absolutamente todo, puede ser utilizado como arma: desde aviones convertidos en proyectiles letales, hasta camiones capaces de arrollar a decenas de personas en pocos minutos. El terrorismo del siglo XXI no se preocupa de poner cara, ni sexo, ni raza, ni religión, ni nada de nada a sus víctimas. Le basta con el número: cuanto más elevado mejor. Eso es lo único que importa. Hasta el 11-S, había objetivos: una sinagoga, un cuartel militar, una embajada... Ahora no. Ahora todo es un objetivo, y tan sensible es a convertirse en el centro de la diana la Casa Blanca como un mercadillo navideño o una discoteca cualquiera en Estambul.

El reto, el auténtico reto que este y todos los gobiernos tienen por delante ya no es el de conseguir para sus ciudadanos mejoras en su calidad de vida, que también, sino protegerles de quienes intentan convertirlos en trofeos de guerra. Cuando creíamos que la barbarie de siglos pasados era ya solo materia de estudio histórico, ahora resulta que volvemos a temer por nuestras vidas y las de nuestros hijos cada vez que salimos de casa, como si en vez de avanzar retrocediéramos o como si, en vez de evolucionar, estuviéramos involucionando hacia el tiempo en que andábamos pegándonos con palos subidos a los árboles.