Reyes Monforte
Reinas
Sojourner Truth nació esclava en 1797 y se convirtió en un símbolo del feminismo, especialmente del llamado Black Feminist, por su labor contra la esclavitud y a favor de la igualdad de la mujer. En una Convención de Mujeres celebrada en Ohio en 1851, pronunció su famoso discurso, «¿Acaso no soy yo una mujer?»: «Ese hombre dice que las mujeres necesitan ayuda al subirse a los carruajes, pero a mí nadie me ayuda con los carruajes. ¿Y acaso no soy yo una mujer? Mirad mi brazo. He arado, plantado y cosechado, y ningún hombre podía superarme».
La alcaldesa de Madrid propone subir a los carruajes de la cabalgata de Reyes a tres mujeres para que hagan de Reyes Magos, y bajar a los hombres que encarnarían a sus majestades de Oriente. Si se trata de concederle un punto naif, vale, allá cada uno con la empanada mental de los niños, verdaderos protagonistas de todo esto. Pero venderlo como una medida feminista es una majadería y un insulto para aquéllas que dedicaron su vida a luchar por los derechos de la mujer y la igualdad entre géneros. Que los Reyes Magos, los camellos o el sursuncorda sean representados por mujeres, enmascarando su condición femenina bajo un disfraz para simbolizar un rol masculino, no creo que aporte mucho a la igualdad. Cuando Simone de Beauvoir dijo que «no se nace mujer, se llega a serlo», dudo que se refiriese a esto. Siglos luchando por la visibilidad de la mujer para ahora disfrazarla de hombre. No es que no hayamos cogido la Primera Ola del feminismo de Mary Wollstonecraft, ni la Segunda Ola de los 70, ni siquiera la Tercera del siglo XXI, es que algunos se han ahogado en el oleaje.
«Seré una de las pocas poetisas en el mundo completamente feliz de ser mujer, no una de esas amargadas y frustradas, retorcidas imitadoras de hombres, que en su mayoría acaban destrozadas», escribió Sylvia Plath. Quizá si dejamos de frivolizar la condición femenina, evitaremos que sólo el 1,5% de las mujeres se considere feminista, según el CIS. Y ya puestos, dejemos de pintar de negro a Baltasar/a, que manda Obama, hombre.
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