Alfonso Ussía
Resaca
Como estaba previsto que la manifestación por la unidad de España y contra la secesión de Cataluña iba a constituir un fracaso, los Informativos de TVE no alquilaron el helicóptero. Es posible que a Gundín le diera pereza la gestión. Sus comentaristas están «tenientes». Coreaba la multitud –un millón es multitud–, «Puigdemont a prisión», y los de TVE lo traducían por «¡Diálogo!». Originalidades. El gran Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en el año 2010, peruano y español, académico de la RAE y escritor universal, está tardando en agradecer a Gundín y su equipo de TVE la concesión del Premio Nobel de la Paz que en la mañana del domingo le otorgaron. Claro, con tanto «diálogo» confundieron el Nobel de Literatura con el de la Paz, el sueco con el noruego. El helicóptero sale muy caro.
TV3 y Público, la televisión nazi y el digital estalinista de Roures –está muy enfadado Roures con el Rey, vaya por Dios–, buscaron sin éxito algún símbolo franquista o falangista entre las centenares de miles de banderas de España y señeras históricas. Como no lo consiguieron, recuperaron imágenes de concentraciones pasadas. Es decir, mintieron y manipularon, y lo hicieron tan mal que resultó hasta divertido.
Borrell estuvo contundente, sin mencionar a España, pero contundente. Pero no se engañen. El PSOE no apoyó la impresionante manifestación. Una cosa es la presencia de un socialista ilustre y otra muy diferente que acudiera apoyado por Sánchez. Sánchez no apareció por ninguna parte. Sánchez se alineó con los tibios vestidos de blanco que se reunieron en torno a la alcaldesa Lalona. Y abucheo monumental a los restos de Pablo Iglesias en la estación de Sants. Los restos de Pablo Iglesias retornaban a Madrid después de ser ninguneados por Pilar Rahola en TV3, cuando coincidió con la llegada de un AVE abarrotado de ilusiones y banderas. Y las ilusiones y banderas lo pusieron a caer de un burro.
La Policía local, al mando de la cínica y podemita Ada Colau, rebajó el número de asistentes a la manifestación. Pero no pudo descender de los 350.000, lo que demuestra que allí, en la Barcelona recuperada, se unieron más de un millón de personas. Abrazos, besos, regalos y gratitudes emocionadas a guardias civiles y policías nacionales. En Tarragona los Mozos de Escuadra se refugiaron en su sede para no oír lo que les decían. Unos no, pero otros, la mayoría, con sobrado merecimiento.
Barcelona estaba guapísima, más aún de lo que es. Y el millón de españoles, catalanes casi todos, formaron una multitud alegre y desorganizada, sin recordar a las programadas por los que odian. Aquello fue un delirio, un desorden, una alegría desbordada, una libertad sólo coartada por la imposibilidad de dar un paso, un abrazo en el aire de banderas de España y de señeras históricas. En Madrid, un chico cuyo único mérito es ser hijo de Javier Pradera –mérito, por otra parte muy discutible–, Mínimo Parcela, escribió que la Bandera de España le produce rechazo por sus colores. El oro robado a los indígenas americanos y el rojo de la sangre. Tonto. Cuando los españoles trajeron el oro de América la Bandera de España era la blanca con la Cruz de Borgoña aspeada. La Bandera de España se inspiró en los colores de la Señera histórica, y así la diseñó Carlos III para su Armada y posteriormente como enseña nacional en 1785. Tonto, que eres muy tonto. Y el domingo volaron juntas, abrazadas y orgullosas. Tantas cosas ocurrieron... Roures sigue muy enfadado con el Rey, cuyas palabras impulsaron la reacción de los españoles, y Gundín no pudo alquilar el helicóptero. Como la muchacha de servicio de los Extremeños se Tocan de don Pedro Muñoz-Seca: –Qué desgracia es la desgracia/ de vivir en la estrechez./ ¡Qué ganas tengo, Dios Mío/ de morirme de una vez!».
El silencio independentista lo dice todo.
Bravo por España, la que ha despertado en Barcelona.
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