Alfonso Merlos
Responsabilidad
No es verdad que estemos en el punto exacto definido por la noche del 20 de diciembre. Iban/van en serio. Aquellos a quienes los españoles dieron la espalda en las urnas se han concentrado, con casi entera convicción –y muy justitos de principios, eso sí– en el asalto al poder. Y (no infravaloremos la carambola de último minuto) están a medio segundo del fracaso. Rajoy no sólo ha hecho lo que podía, sino lo que debía. En una democracia parlamentaria, cuando fuerzas socialistas y antisistema, cuando populistas y nacionalistas ensayan el antidemocrático vacío al partido más apoyado por la ciudadanía, éste no puede sino aguardar el momento en el que el sentido común, los usos y hasta las leyes le brinden la ocasión de recuperar las riendas.
El PP espera a que pase la tormenta desatada por las fortuitas y fugaces alianzas anti-natura de estos locos últimos tiempos para restablecer el mando y el pulso. Y ese instante vendrá determinado, casi con toda seguridad, por la convocatoria de unas nuevas elecciones generales. Señalemos lo que hay: con una crisis de liderazgo de caballo en Podemos y en el PSOE, con Iglesias y Sánchez sabedores de que los suyos esconden expectantes el puñal y el machete para clavarlo o hacerlo volar, es el PP el que comparece unido ante los españoles. Y con la esperanza de que, para pilotar este gran país, se avale la seguridad frente a las ocurrencias, la cohesión frente al batiburrillo. No es mucho pedir.
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