Alfonso Ussía

RIP..

La Razón
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Tiene razón Espinar. Lo afirmo después de un domingo agotador. He tomado el aperitivo con los presidentes de las diez empresas más poderosas del Ibex, y me lo han confirmado. Van a por él. Después de pagar el aperitivo, ya en casa, me he puesto en contacto a través del teléfono o mediante correos electrónicos con otros representantes del poder económico, político, judicial, eclesiástico y futbolístico. No me han dejado ni un resquicio para la duda. Van a por él.

Un hombre inteligente, íntegro y combativo poco puede hacer contra los poderosos. A Espinar le sucede lo que a Ferdinand Blaster, el que fuera extraordinario jefe de jardinería del «Hyde Park Corner» londinense. Que los poderosos se unieron para acabar con él y lo consiguieron.

Ferdinand Blaster era muy de izquierdas. Defensor a ultranza de la paz y la concordia entre todos los pueblos y naciones del mundo. Compaginaba su importante cargo de jefe de jardineros del «Hayde Park Corner» con el amor hacia la gente. No se pudo comprar un piso, porque no vivía su padre ni éste se había sentado en el consejo de administración de un Banco. Y con la misma intensidad que a la gente, quería a los animales. Había un exceso de ardillas en su esquina de «Hyde Park», y la orden municipal fue tajante. Hay que eliminar al 15% de las ardillas para mantener un número estable de los gráciles roedores. Y Blaster se opuso. Entonces Churchill se reunió con el alcalde de Londres, el líder del partido laborista, el arzobispo de Westminster, el propietario de Harrod’s y el presidente de la Lloyd’s. Lo hicieron en un comedor privado del restaurante «Le Cocq D´Or» de Londres. Ya no es secreto oficial y se sabe. Churchill hizo uso de la palabra: «Señores, nuestro poder está en peligro. Tenemos la obligación de acabar con la carrera política de Blaster, el jefe de los jardineros de “Hyde Park Corner”. Es duro de pelar, pero no podemos seguir con las manos quietas y los brazos cruzados». Todos los reunidos estuvieron de acuerdo. Y Blaster pasó de jardinero jefe de «Hyde Park Corner», a jardinero raso. Los poderes actuaron contra él. Su indefensión fue angustiosa. Al día siguiente de la sustitución, Churchill, ya vetusto y renqueante, acudió a al palacio de Buckingham a informar a la joven Reina Isabel II: «Majestad, ha pasado el peligro. Los poderosos nos hemos cepillado a Blaster». Y el imperio recuperó su ritmo y su pujanza.

El problema de Espinar es similar, excepto en lo que respecta al piso protegido. Los poderosos temen a Espinar y se han juramentado agrietar su enorme prestigio. Para colmo, personajes de la izquierda se han sumado a los poderosos. Hasta el anterior dirigente de Izquierda Unida, el comunista consecuente, honesto y tostón Cayo Lara, ha sido claro en su valoración del caso. El contubernio judeo-masónico y esas cosas. Y Cayo Lara ha dicho: «Especular es especular. Y hacerlo con una vivienda protegida es especular, lo diga Agamenón o su porquero». Es decir, que Cayo Lara se ha sumado a los poderosos para terminar con la carrera política de Espinar.

A pesar de todo, Espinar simula y sigue a lo suyo. El poder franquista le ha arrinconado. Pero mucho me temo, que esta joven promesa del populismo, que a este chico al que han maltratado los poderosos, le quedan pocos telediarios como referente político. Al final, el poder siempre gana, y Espinar sabe que la política y él ya no marchan de la mano. Recuerdo aquel titular de un diario caribeño: «Tiran cadáver muerto ya fallecido de un difunto». Tarde o temprano, Espinar, y espero ser excusado por mi vaticinio, descansará en paz de los poderosos. R.I.P.