Julián Redondo
Salvar al central Piqué
En la final de la Copa de Cataluña, entre el Espanyol y el Barça, las cámaras de televisión, que todo lo ven, descubrieron a Piqué utilizando el teléfono móvil en el banquillo. Cuando el Barcelona perdió con el PSG en París, dicen que el central adujo un retraso en el control antidopaje –le costaba hacer pipí– y regresó a casa en un vuelo privado con Shakira. En los albores de la temporada, excusó su presencia en la Selección porque le dolía la cadera, según le había dicho a Del Bosque, y Luis Enrique afirmó que estaba como una rosa. Otro día, no hace tanto, se enzarzó con un agente de la guardia urbana barcelonesa a la salida de una discoteca porque iba a multar a su hermano, que dejó el coche mal aparcado. Su entrenador le ponía y le quitaba, pero le alineó en el clásico y tuvo la mala suerte de resbalar al ir a cortar un balón en el área, que despejó con los brazos. Y «Lucho» toma nota.
Cuentan que en el segundo año de Guardiola al frente del equipo, el técnico le dijo a un ayudante suyo: «Si Piqué no fuera tan bueno, le echaría». Fue uno de los jugadores espiados cuando en el club reinaba Joan Laporta. Aseguran personas que no son de su círculo de confianza, seguro, que Gerard está muy por encima del fútbol y que le preocupan los negocios más que la pelota. Quizá por un poco de todo o por todo ello Luis Enrique ha dejado de considerarle titular, aunque ahora sea cierto que ya no tiene problemas de cadera. Sólo Del Bosque defiende al jugador en público, pese a que precisamente con él no se comportó el chico correctamente en el Mundial. Del Bosque, persona que lo perdona casi todo, aprecia más sus cualidades futbolísticas que sus salidas de pata de banco, por eso ha iniciado una cruzada: salvar al central Piqué.
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