Ely del Valle
Se le agradece el gesto, Señor
El Rey ha pedido a los partidos políticos que si hay que ir a unas nuevas elecciones, tengan a bien dar la brasa sólo lo imprescindible, que bastante le ha caído ya a él con tener que hacer otra vez el paripé de la ronda, como para que a los que las tabarras políticas no nos va en el sueldo, tengamos que estar sometidos a la tortura insufrible de una campaña «Pimpinela».
Y tiene razón el Monarca. Otra campaña electoral, con sus mítines, sus debates televisados, sus piques por si deben ser de dos o de diez, y sobre todo, con la matraca de quién ha sido o no el culpable de los nuevos comicios, puede provocar un serio colapso en los centros de atención primaria por intoxicación argumental masiva. A nadie se le escapa –y a Felipe VI, que se ha visto a todos estos de frente y con sus obsesiones en hora punta, menos que a nadie– que después de estos meses de roneo de unos y desaires de otros, los programas electorales tienen el mismo valor político que el que tienen a nivel académico los doctorados Honoris Causa de Almodóvar. Si de algo nos ha servido este ensayo de legislatura es para cerciorarnos de que no hay promesa que resista a un pacto suscrito a regañadientes, que el mantra de transversalidad no se lo cree ni Abundio, que la nueva política sigue siendo una utopía y que lo único que vamos a escuchar de aquí a junio es una versión aumentada y mejorada del clásico «y tú más». Por eso el Rey pide piedad para la ciudadanía y ha hecho un llamamiento a la responsabilidad para que de cara a esta nueva campaña se haga un buen uso del dinero público. Así que ya lo saben: si hay que pagarles a todos éstos para que se callen, se les paga y eso que ganamos todos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar