Julián Redondo

Semana caliente

La Razón
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Honda ha dado el ombligo, por fin, y, sirviéndose de una prueba telemétrica, desmonta la teoría de la conspiración urdida por Rossi y su poderosísimo entorno, en el que no faltan las hienas, y demuestra que la patada de Valentino en la palanca del freno delantero de la moto de Marc Márquez provocó su caída. Pero, como en aquella película de 007, «El mundo nunca es suficiente».

A Renzi, primer ministro italiano; a «Vale», superministro plenipotenciario del universo motociclista, y a toda esa legión de seguidores del «Doctor», que se partían la caja cuando en 2010 el bullicioso «46» jodía la marrana a Lorenzo, que se jugaba el Mundial sin que a este libro de reclamaciones le importara la función, la prueba de Honda les parecerá filfa y no creerán nada porque no les interesa. Y porque la cruzada internacional apunta en una sola dirección: ganar el «décimo» por encima de todas las cosas.

La Dirección de Carrera en Sepang juzgó a Rossi con toda la misericordia posible por una «acción de conducción irresponsable que causa peligro a otros competidores». La FMI rubricó la sanción, que Valentino recurre con canguis y pataleo ante el TAS.

Para colmo, y en los prologómenos de la semana caliente, unos colegas que denigran la profesión periodística se meten en el garaje de la familia Márquez, invaden su intimidad, destrozan un par de botellas de champán contra la pared y pretenden entregar a Marc, delante de su madre, un pene colosal que antes o después podían haberse metido por donde amargan los pepinos. Pretenden ignorar que el rival de Rossi es Lorenzo.