José María Marco

Separatistas

Ya no parece haber muchas dudas de que la nación española ha entrado en crisis. No hay explicaciones sencillas para un hecho tan extraordinariamente complicado, pero a la hora de buscar salidas, no ayuda demasiado el hecho de que bastantes de quienes ahora reivindican las soluciones «políticas» hayan hecho todo lo posible, durante años y años, para impedir que se pudiera ni siquiera hablar de un marco de convivencia nacional. La «Historia patriótica de España» que Planeta me publicó en 2011 fue un éxito de ventas porque a los lectores les interesó un relato integrador (eso es lo que quiere decir patriótico) de la historia de su país. En cambio, nadie recogió el guante del debate que se planteaba allí acerca de la relación entre patriotismo y nacionalismo. Como el patriotismo y la expresión del patriotismo siguen estando censurados, sólo se han escuchado los argumentos de los nacionalistas.

No se trata de reivindicar otra vez el patriotismo, causa completamente perdida, por desgracia. Se puede, en cambio, proponer y practicar algunos actos sencillos para ir cambiando las cosas. Es lo que ha hecho LA RAZÓN, por ejemplo, que publica nuestro lema «Nos gusta España» todos los días en la portada del periódico. En otro orden de cosas, y sin necesidad de mostrar públicamente la lealtad a nuestro país (algo que tampoco estaría de más), se podría intentar dejar de hablar de España como de «este país» y de nuestros compatriotas –o nuestros conciudadanos, que es lo mismo– como «los españolitos».

Cada vez que recurrimos a estas expresiones tan gastadas, tan tópicas, estamos ejerciendo de separatistas. Y aunque nos parezca algo inocente, apenas lo hacemos con menos intensidad que el más aguerrido de los nacionalistas catalanes. Efectivamente, al hablar de «este país» dejamos bien claro que no nos sentimos identificados con él y que no somos responsables de lo que en él ocurre. También afirmamos nuestra superioridad y, en un gesto de suprema arrogancia, nos permitimos afirmar que no le debemos nada. ¿Españolito, yo? Por favor... ¿Y de «este país»? Pero qué se ha creído usted... Yo soy ciudadan@ del mundo.

Así que cada vez que alguien esté a punto de caer en la tentación de decir «este país», que intente decir «nuestro país» o «mi país». Verá cómo la perspectiva cambia y poco a poco, insensiblemente, empezará a apreciar en lo que valen la ciudadanía y la nacionalidad españolas. Antes era posible vivir de las rentas. Hoy en día sale demasiado caro seguir siendo tan señoritos, tan zafios, tan ignorantes.