Alfonso Ussía
Si fuera posible que parece que no
Sorprendente. Los coletas de Grecia se niegan a aceptar las condiciones de la Unión Europea. Organizan un «referéndum» de alta velocidad. Lo ganan. Y con la victoria, clamorosamente celebrada por los coletas de España, acceden al rescate, el tercero, en condiciones mucho más duras que las originales. La estrategia de Tsipras hundida y humillada, los griegos no saben a qué han votado, Varufakis se larga a su isla con su estupenda mujer, y en el partido de los coletas griegos la desilusión y los enfrentamientos se mezclan con el ridículo.
La Unión Europea rescatará a Grecia de la quiebra con 90.000 millones de euros. De esos noventa mil millones, España aportará diez mil. No nos han devuelto los veinte mil millones que les prestó Zapatero y como muestra de simpatía y confianza. España, cuyo Gobierno tiene sometidos y arruinados a una buena parte de sus contribuyentes de las clases media y baja, se dispone a prestar a una inteligentísima y bella nación de vagos, otros diez mil millones. Pero no es España, ni el Estado, ni el Gobierno los que van a hacer el primo y el canelo. Esos diez mil millones de euros no se dibujan y se fabrican. Esos diez mil millones serán retirados, a mano armada si así lo considera Montoro, de los hogares de millones de españoles que han pagado sus impuestos, han cumplido con sus obligaciones, han financiado la crisis y han trabajado a destajo... para los griegos. Si fuera posible, que parece que no, no cuenten con mi dinero.
Esos diez mil millones no saldrán de «La Tuerka», ni de los 400.000 euros de Monedero, ni de la fortuna que gana el Gran Wyoming trabajando para una empresa capitalista, ni de las subvenciones al cine, ni de los golfos de la Gürtel, ni de los ERE de Griñán y Chaves, ni de la familia Pujol, ni de Ada Colau. Esos millones saldrán del trabajo, de los madrugones, de las horas extra, de los que se ganan la vida honradamente y están fichados –son fichas policiales– por la Agencia Tributaria. Los millonarios tienen sus trucos y sus sociedades interpuestas, y los vagos, que también hay muchos en España –no me refiero a los parados de verdad, que han sufrido lo indecible y buscan un empleo–, no serán los más afectados por el préstamo a Grecia.
Para colmo, prestaremos un dinero que no nos van a devolver. Los contribuyentes prestamos a Grecia, y en el caso muy dudoso de que Grecia devuelva el dinero recibido, se lo devolverá al Tesoro, quedándonos los prestamistas con un matasuegras en la boca. Si fuera posible, que parece que no, rogaría a los que nos esquilman que mi dinero se quede en España, ayudando a construir hospitales, carreteras, obras públicas y contribuyendo a solucionar la vida de quienes desean trabajar y no pueden. Si fuera posible, que parece que no, que el dinero de mis impuestos no vuele a Grecia ni se deposite en los llamados cineastas de la Ceja, que llevan decenios acostumbrados a vivir de las subvenciones a cambio de producir auténticas cuchufletas con pretensiones de películas.
Pero es divertido ser espectador de las decepciones de los coletas de aquí por el desastre demostrado de los coletas de allí. Los de allí no salen de su asombro y los de aquí se manifiestan profundamente enfadados. La gente no es tonta. La política de los coletas de aquí se limita a vejar símbolos, cambiar calles, eliminar huellas, prometer lo incumpible y ensuciar estética y éticamente la armonía social. Pero sus mensajes económicos, sus planes políticos, son los mismos que los de los coletas de Grecia, la ruina, el corralito, los bancos sin dinero, los jubilados sin futuro, los votantes despreciados y la realidad convertida en una gran mentira desenmascarada.
Si fuera posible, que parece que no –y son millones de españoles los que firmarían la presente súplica–, que los dineros honestos de los españoles honrados resten en España. No para seguir pagando a miles de asesores nombrados a dedo. No para continuar manteniendo la locura de diecisiete pequeños reinos feudales. No para financiar a partidos que desean partir por la mitad a España. No para sostener organizaciones absolutamente innecesarias. No para humillar la cerviz ante culturas extrañas y fronterizas con la barbarie del siglo XI. Si fuera posible, que parece que no, que nuestro dinero no vaya a Grecia, porque a mí, personalmente, el problema griego no termina de preocuparme. Si hubieran trabajado, producido, y no derrochado lo que no tienen, ese problema no existiría.
Siempre que fuera posible, que parece que no.
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