Francisco Marhuenda
Siempre grande
La muerte de José Manuel Lara Bosch es una gran pérdida para la sociedad española. Lo es en primer lugar para su mujer, Consuelo, y sus hijos, Jose, Marta, Pablo y Ángela. Lo es para sus hermanas y el resto de su familia, pero también para todos aquellos que forman esa otra gran familia, los grupos Planeta y Atresmedia, a los que dedicó su vida. Lara era un hombre de una gran calidad humana, una extraordinaria visión de futuro y una capacidad de trabajo enorme. Todos los que tuvieron la suerte de colaborar con él son testigos de su grandeza. No hay ni un atisbo de exageración porque sus obras le avalan. Contó con la fortuna de tener dos grandes maestros en sus padres, José Manuel Lara Hernández y María Teresa Bosch Carbonell. Otra de sus habilidades era rodearse de buenos colaboradores, porque sabía que es la base del éxito empresarial. Fue el heredero del gran grupo editorial que crearon sus padres, pero no sólo supo mantenerlo, sino que lo hizo crecer hasta convertirlo en uno de los ocho grandes del mundo.
No era fácil suceder a un hombre de la personalidad y talento de su padre, pero no sólo no defraudó las expectativas sino que las superó hasta límites inimaginables. Lara Hernández se hubiera sentido muy orgulloso de ver cómo su hijo convertía el grupo familiar en el segundo más importante de Francia, que configuraba alrededor de Atresmedia al mayor grupo español de medios de comunicación y, sobre todo, de calidad. La lista de sus logros empresariales es enorme, así como su presencia en diversos sectores. Un aspecto que le caracterizaba era su profundo amor por España, que unía a ese sentimiento de unión a la Cataluña donde nació y a la Andalucía de donde era originario su padre. Fue capaz de unir esos sentimientos mostrando que no sólo eran complementarios, sino que estaban indisolublemente unidos. Ser catalán y andaluz era su forma de ser español.
Lara Bosch era una persona con gran sentido del humor, pero sobre todo muy cariñoso cuando sabía que alguien de su «familia» empresarial necesitaba de su ayuda. Una vez más, los que tuvimos la suerte de trabajar cerca de él podemos dar fe de ello. Era un hombre grande intelectualmente, un devorador incansable de libros, muy directo en el trato y con una visión de futuro extraordinaria. No se entiende la constitución de un grupo tan grande y diversificado sin su impronta. Fue una figura decisiva para la cultura española con sus actos y no sólo con palabras. La deuda de la sociedad es impagable, porque desde sus editoriales o la Fundación José Manuel Lara y la dedicada a su prematuramente desaparecido hermano, Fernando Lara, impulsó medidas y actividades destinadas al fomento y desarrollo de la cultura en toda España.
Fue un hombre inquieto en el terreno empresarial movido por el fuerte patriotismo que aprendió de sus padres. Estaba siempre dispuesto a ayudar en todo aquello que fuera bueno para España. Nunca tenía una negativa, porque era un español ejemplar. Es una pérdida irreparable, pero el mejor tributo que se le puede hacer es conseguir que el Grupo Planeta siga escalando posiciones en las distintas áreas donde desarrolla su actividad.
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