Ely del Valle
Síndrome confusional
Ahora que Mas ha consumado su desafío con escasa luz, ningún taquígrafo, un censo inexistente y mucho fotógrafo inmortalizando el espectáculo, las interpretaciones, conclusiones y análisis son tantos y tan diversos que los ciudadanos estamos al borde de un síndrome confusional que nos impide saber a quién debemos felicitar y a quién dar el pésame. De entrada, nos quedamos con la idea de que uno se puede pasar por el arco cigomático lo que diga el TC porque aquí no pasa nada, y de salida, puestos a valorar quién ha perdido el pulso, si Mariano, que prometía que no habría urnas o Artur, que afirmaba que las pondría, la cosa parece que está clara. El Gobierno asegura que lo de este domingo no se puede tomar en serio porque, por lo visto, si uno comete un atraco disfrazado de payaso, el delito pasa a ser una simple payasada y no hay que darle mayor importancia, y como remate del despropósito, el portavoz del PP en la Comisión Constitucional nos explica que en el 9-N «no ha habido garantías democráticas» porque no había censo ni interventores. Pues mire usted, no. Lo que se ha cometido es una ilegalidad y con censo e interventores, las garantías democráticas hubieran volado por los aires exactamente igual. A ver si nos aclaramos.
Hoy, desde el Gobierno se nos vende que lo ocurrido en Cataluña es poco menos que nada. No es cierto. A millones de españoles se nos ha quedado una cara de tontos que asusta mientras Mas se rompe la camisa como Camarón y presume de que, a semejanza de El Cid, ha ganado la batalla cuando todos le creían muerto. Ahora solo nos queda la esperanza de toparnos cuando nos pillen sin la ITV con alguno de los jueces que consideraron que tomar medidas era desproporcionado, aunque mucho me temo que no nos caerá esa breva...
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