Alfonso Ussía
«Sólo» es mucho
Hoy me toca discrepar de un titular en portada de mi periódico. «Sólo el 18,7% de los españoles quiere que Podemos llegue al Gobierno». ¿Sólo? Se me antoja que ese 18,7% de los españoles son una barbaridad de españoles. Que en pleno siglo Veintiuno, un porcentaje tan alto de la ciudadanía muestre su confianza a Podemos me parece un desastre. Eso, lo que Monedero denomina el «leninismo amable», que es lo mismo que una «catástrofe encantadora» o el «terrorismo sonriente». Para Monedero es posible crear un sistema comunista educado y cordial. Lo malo es que no se lo cree. De Monedero –«in vídeo veritas»–, tenemos muchas imágenes y palabras que devuelven a España a la revancha de la Guerra Civil. Como bien escribe José María Marco en LA RAZÓN, el programa de Podemos se compone exclusivamente de majaderías propias de intelectuales metidos a políticos. De nuevo Bergamín con el mono impoluto por la calle de Alcalá –jamás pisó el frente de guerra–, o el grandísimo poeta del Puerto de Santa María Rafael Alberti tomando una copa de fino en la cafetería anexa a la checa de Bellas Artes. Eso también era un «leninismo amable». Para Alberti, claro, que no para los encarcelados y torturados en la checa por no estar de acuerdo con el «estalinismo cariñoso».
Ese 18,7 % de los españoles no es manso. Es activo, se mueve, goza de una financiación constante y cumplidora de tiranías lejanas, y no se queda en casa amparándose en el velo de los visillos o el telón de las cortinas. En dos meses puede quebrar nuestra economía y empujar a la ruina a las economías de nuestros vecinos. Propugnan los de Podemos el control absoluto de los medios de comunicación , un control absoluto y amable, por supuesto. A los disidentes, como en Venezuela, les aguarda una cariñosísima estancia en las cárceles y una justicia sustentada por los tribunales populares. No interpreto el resultado de la encuesta encargada por LA RAZÓN con parecido optimismo. Son muchísimos los españoles, el 18,7 %, que desean fulminar el sistema democrático y reanudar en España la derrotada política de un comunismo diseñado como un disfraz perverso.
Monedero, que por eso se apellida así, ha tenido además una brillante idea que ha expuesto con su habitual vigor verborreico. España saldrá de la zona euro pero no recuperará la peseta. Se trata de crear una nueva moneda. Quizá el rublo español, aunque la denominación de la nueva moneda aún no se ha divulgado. Se fabricará en Venezuela o Cuba, para evitar falsificaciones.
Se suprimirán los recortes. Totalmente. Consecuencia lógica de la situación. No puede llevarse a cabo ningún tipo de recortes donde no hay nada para recortar. Se abrirán las puertas de par en par en Ceuta y Melilla para acoger a a todos los inmigrantes. La Sanidad pública y amable se hará cargo de ellos. Cuando no quede ni una tirita ni un frasco de mercromina en España, la Sanidad pública seguirá entregada a su encomiable labor. Proyecto de disolución de las Fuerzas Armadas. Un comunismo cariñoso no puede mostrarse ante el mundo como un sistema belicista y férreo. Ahí tenemos los ejemplos de Corea del Norte, de Cuba y de Venezuela, sin militares, sin carros de combate, sin aviones y sin Armada. Terminantemente prohibidos los desahucios, y la propiedad privada, esa malvada mujer que pisotea al pueblo, será puesta en cuarentena, exceptuando las propiedades privadas de los dirigentes y militantes con carné de Podemos.
Por decreto, se establecerá en las competiciones deportivas un similar presupuesto en los diferentes clubes con el fin de equilibrar el mercado. El Real Madrid pasará a llamarse Partisano de Madrid, el Atlético, el Locomotora de Madrid, el Betis, el Estrella Roja de Sevilla y el Villarreal, el Villasocial. El Barcelona se llamará como quieran ellos porque lo primero que harán los de Podemos será conceder la independencia a quienes lo soliciten. Los presidentes de los clubes serán todos ellos comisarios políticos, pero se elegirán amables y sonrientes para no defraudar los planes de Monedero.
Les parecerá una exageración, pero nada hay de figuración en ello. No alcanzarán el Gobierno si la izquierda moderada y pensante se opone al pacto. Pero no les quepa duda que la brecha entre las dos Españas que creímos los ilusos se habían convertido en sólo una, se abrirá de manera brusca e inquietante. Con mucha amabilidad y cariño por parte del leninismo amable, pero inquietante al fin y al cabo.
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