Cástor Díaz Barrado
Sostenibilidad
La humanidad se merece una oportunidad. El escaso desarrollo económico y el deterioro del planeta han llevado a que la comunidad internacional proclame los Objetivos del Desarrollo Sostenible. La tarea es de envergadura y no será fácil conseguir cada uno de estos objetivos y cada una de las metas que se señalan. Pero la comunidad internacional debe intentarlo y su obligación es conseguirlo. El crecimiento económico debe venir acompañado de desarrollo social. La erradicación de la pobreza y la lucha contra el hambre deben ser la principal prioridad. Al mismo tiempo, deben conservarse los ecosistemas. Los objetivos están claros pero, sin duda, los medios y mecanismos para lograrlos habrá que perfilarlos. Las Naciones Unidas asumen la función esencial en el planteamiento de estos objetivos y, con seguridad, descansa en los estados la obligación última de alcanzar de resultados. Toda la comunidad internacional y todos los actores que intervienen en ella están comprometidos con estos objetivos y con asegurar la sostenibilidad. Es imprescindible contar con la voluntad política de los Estados y traducirla en obligaciones de naturaleza jurídica. Pero todo es insuficiente e inútil si no se combate la desigualdad. Los estados deben buscar niveles de desarrollo que les permitan asegurar la igualdad de los ciudadanos y la comunidad internacional debe afirmar como un valor fundamental: la solidaridad. No hay sostenibilidad sin solidaridad. Los avances deben producirse paulatinamente pero sin descanso. La Agenda 2030 nos marca una fecha para hacer balance y para acelerar los cambios que precisa la comunidad internacional. Éste debe ser el milenio de la sostenibilidad y también del reconocimiento de los derechos de contenidos social. No hay mejor desarrollo social que la erradicación de la pobreza. Todos los objetivos son importantes y están relacionados entre sí. Todos suponen, en el fondo, una lucha incansable contra la desigualdad. Los Objetivos a conseguir están muy claros. Sólo falta la decidida voluntad de alcanzarlos. En los Estados radica la principal responsabilidad.
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