Gobierno de España

Tactismos y «tonticismos»

La Razón
La RazónLa Razón

El brutal atentado terrorista de Niza caía como un pesado yunque sobre la mesa camilla de nuestra política más doméstica. Estábamos a vueltas con los tiempos, las tácticas, las estrategias y los «no» aunque «sí pero no» previa abstención antes del «sí» y tuvo que llegar con toda su crudeza la realidad a sangre y fuego de algo que precisamente está señalado con círculo rojo entre la media docena de grandes prioridades: «cuestiones de Estado». Ya saben, esas que se ponen sobre la mesa a la hora de marcar una hoja de ruta negociadora que nos acabe sacando del atolladero y dé paso a un gobierno mínimamente estable. Puede que no haya mal que por bien no venga por terrorífico que sea y tal vez la tragedia de Niza que aparcaba diferencias entre nuestros líderes políticos haya servido para encender entre tanta penumbra alguna luz que marque el camino del diálogo real y haga caer en la cuenta de que, entre tiempos para ir «decantando» posiciones y entre movimientos de ajedrez de parque de tercera edad con bolígrafo y calendario en mano, se imponen unas prioridades –no sólo la lucha contra el terror– que pueden pintar la cara a quienes, apostados en el «tacticismo», pueden pasar a la historia si nada lo remedia como los campeones del «tonticismo». Pasada la hora de las declaraciones grandilocuentes, la amenaza sigue ahí. El primer ministro francés Valls apuntaba algo que sirve para todos y de lo que España puede dar fe como nadie: «Tenemos que acostumbrarnos a convivir con la amenaza del terror». No sería mal momento para que el cierre de filas sea completo en lo que atañe a nuestro país, con un paso adelante de la formación de Pablo Iglesias –el Podemos «socialdemócrata de toda la vida»– sumándose al pacto contra el terrorismo yihadista en lugar de volver a sacar el espantajo de una «torpeza» de Europa que «añade gasolina» al Estado Islámico.

La ausencia de Gobierno puede sobrellevarse durante meses y hasta puede que no ruborice a nadie, porque para eso el Ejecutivo hizo uso del respaldo de una mayoría absoluta para aprobar los actuales presupuestos antes de entrar en modo «funciones», pero la interinidad –y esta es la gran prueba de fuego para PSOE y Ciudadanos, pero también para la «cintura» del PP– puede hacerse poco respirable si nos plantamos en la fecha tope del 30 de septiembre sin unos presupuestos alumbrados por un nuevo y legítimo Gobierno y aprobados por el Parlamento que mañana martes se constituye. Los barones socialistas con responsabilidad de gobierno algo saben de esto. Tienen montañas de papeles acumulados, proyectos paralizados sobre todo en infraestructuras y el nudo en la garganta a la hora de atender pagos y reclamaciones. Toda una prueba para quienes desde el entorno de Pedro Sánchez barajan irnos a septiembre para dar el «sí» a una «abstención mínima» supuestamente ya rumiada en clave de militancia interna. Niza, las cuentas congeladas y otros apremios avisan a quienes no se den por aludidos. No estamos para «tonticismos».